El vuelo del velero Nova Era

El vuelo del velero Nova Era

No surgió de repente el poema; largo, alto, ancho y profundo poema titulado “El elevado vuelo del velero Nova Era”. Antes hubo de existir Valdepero y hubo de existir Brasil, y hubo de existir el Universo inacabado e inacabable; y la gente, los amigos, los sabios, los poetas, los educadores, los maltratados, los maltratadores, los esquilmados y los esquilmadores. Antes se tuvieron que poner mal, muy mal las cosas aquí, para que la gente quisiera marcharse; para que las personas, casi todas, en “algún momento de profundo desánimo”, como diría Manuel Bandeira, pensaran en Utopía, en la Vida Eterna o en el Más Allá.

Antes y después, son dos palabras, pero son dos tiempos, dos espacios, dos situaciones; los puntos de partida y llegada. «Paren este mundo, que me bajo», se oye decir a menudo cuando las cosas, las malas cosas van a más, cuando la solución se aleja, se aleja y se aleja. Cuando lo que se creía solución, incrementa el problema: teoría, proyecto, persona. Las ideas no paran; surgen y surgen atadas las cabezas a las colas. Representan un alivio para la fuente, esos manantiales llamados cerebros, que como el mío están en actividad constante, avanzando, dando vueltas en vacío o en lleno, descendiendo, elevándose; sin descansar ni de día ni de noche. Buscan soluciones al problema encontrado, dando vueltas a las cosas, mirándolas desde arriba y desde abajo, penetrando en el interior para llegar a su esencia, a su fundamento; creyendo que en la substancia, además del principio está el remate.