García Lorca

García Lorca

El amor a la tierra, al campo agrícola concretado en Valdepero, unión de la Tierra de Campos y el Cerrato, campo cereal de páramos, valles y vegas, forma parte esencial de mi obra, verso y prosa. Dice Federico García Lorca, de sí: «Sin este mi amor a la tierra, no hubiera podido escribir Bodas de sangre. Y no hubiera tampoco empezado mi obra próxima: Yerma. En la tierra encuentro una profunda sugestión de pobreza. Y amo la pobreza por sobre todas las cosas. No la pobreza sórdida y hambrienta, sino la pobreza bienaventurada, simple, humilde, como el pan moreno». Amor a la pobreza bienaventurada. Amor a la tierra. Amor a los jóvenes y a la vida joven. Rechazo de realidades angustiosas: la pobreza sórdida, la vejez y la muerte. García Lorca se nos muestra en sus búsquedas, en sus anhelos; pero también en sus rechazos, estética y ética hermanadas, vida y muerte. Dice de él propio: «No puedo tolerar a los viejos». «Me aterrorizan esos ojillos grises lacrimosos, esos labios en continuo rictus, esas sonrisas paternales, ese afecto tan indeseado como puede serlo una cuerda que tire de nosotros hacia un abismo… Porque eso son los viejos. La cuerda, la ligazón que hay entre la vida joven y el abismo de la muerte».