Rubén Darío
Pedro Sevylla de Juana
Contenido: Rubén Darío Introducción. Mi poema traduzido. Poema de Rubén Darío traduzido. Prólogo de Valera para Azul. Ensaio de Ester Abreu. Mesa Redonda sobre Rubén Darío Biblioteca Nacional de España Video
Rubén Darío, hijo de América y nieto de España
Creo que fue en segundo curso de bachillerato, doce años yo, cuando estudié a Rubén Darío. El libro de literatura, de Editorial Bruño, editora perteneciente a la congregación de frailes del colegio, llevaba, y lo agradecía yo tanto…, unas lecturas detrás de las lecciones, a modo de explicación. En las velas, llamaban así a nuestros estudios de internos al margen de las clases lectivas: noche y madrugada; en ellas no hubo para mí deberes que hacer, sólo hubo lecturas. Aprendí de memoria y recitaba poemas sonoros, marciales, como Caupolicán y La marcha triunfal.
Era una época de exaltación de la hispanidad, la raza decía el mundo oficial. Fue más tarde, ya estudiante en Madrid, diecisiete años, pensión de doña Amparo, cuando cambiaba en la librería de “la Felipa”, calle de Libreros, los libros de texto por libros de poesía y relatos; entonces conocí a Darío a fondo, a Neruda a fondo, a Juan Ramón en profundidad. Luego cambié de pensión y fui a la calle del Prado, frente al Ateneo de Madrid. Me hice socio de la institución y ya fue todo lectura: poesía y prosa, novela; los rusos, los franceses, los portugueses, los americanos. Sin distinguir escuelas ni tendencias, escritura en evolución perpetua, literatura siempre en presente.
Escogí el poema Anagke para traducir al portugués, justamente por lo que produce al autor acusaciones de blasfemo. Ocho de esos diez versos últimos, clave y cierre de todo, sorpresa final que Rubén coloca con prisa, encargando la transición a dos versos, esos que nacen cuando de improviso interviene el gavilán, con la rapidez y destreza del ave de rapiña
¿Sí?, dijo entonces un gavilán infame,
y con furor se la metió en el buche.
A Juan Valera, admirador del poeta y autoridad literaria reconocida, le parece tan mal el cierre que, apelando a la religión, se lo dice al autor y elimina los ocho restantes, momento en que aparecen Dios y el Demonio; el segundo enmendando la plana al primero, y el primero reconsiderando algunos aspectos de su Creación. Günter Schmigalle, dariísta alemán, académico correspondiente de la Academia Nicaraguense de la Lengua, realiza un análisis de las fuentes del poema. Es un tema romántico, el del posible arrepentimiento de Dios ante el mundo violento y cruel que ha creado. Este estudioso sitúa las fuentes del poema en la novela de Víctor Hugo, Nuestra señora de París, y en el pensamiento de Schopenhauer. Dejémoslo así.
En primer lugar, la vida, soporte y causa de la obra. Siempre o casi siempre, para no resultar categórico. Y la vida de Rubén Darío es un caminar selvático por un mundo hostil y, a veces, feroz. Él frente a las circunstancias adversas. Inteligencia y voluntad. Esas dos facultades, puestas de acuerdo, le bastan para salir de lo profundo y llegar a ser, contra viento y marea, con fuerte oposición, lo que quiso ser siempre: Rubén Darío, declaración de intenciones. PSdeJ
En primer lugar, la vida, soporte y causa de la obra. Siempre o casi siempre, para no resultar categórico. Y la vida de Rubén Darío es un caminar selvático por un mundo hostil y, a veces, feroz. Él frente a las circunstancias adversas. Inteligencia y voluntad. Esas dos facultades, puestas de acuerdo, le bastan para salir de lo profundo y llegar a ser, contra viento y marea, con fuerte oposición, lo que quiso ser siempre: Rubén Darío, declaración de intenciones. PSdeJ
Rubén Darío: Autodefinición:
«En verdad, vivo de poesía. Mi ilusión tiene una magnificencia salomónica. Amo la hermosura, el poder, la gracia, el dinero, el lujo, los besos y la música. No soy más que un hombre de arte. No sirvo para otra cosa. Creo en Dios, me atrae el misterio; me abisman el ensueño y la muerte; he leído muchos filósofos y no sé una palabra de filosofía. Tengo, sí, un epicureísmo a mi manera: gocen todo lo posible el alma y el cuerpo sobre la tierra, y hágase lo posible para seguir gozando en la otra vida».
Deseo irrefrenable
Poema de Pedro Sevylla de Juana
En este día de sentimientos firmes
en esta noche de pasión libidinosa
un deseo me asalta incontenible
de hacerte el amor sobre las olas,
acucioso compás de los envites
miembros enlazados y fundidas bocas.
Un ansia
me acomete desbocada
de invadir tu vientre a media noche
y redoblar a las tres de la mañana;
una avidez de pechos y pezones
de muslos densos y de nalgas.
Deseo hincar mi encabritada verga
en el cráter oscuro y en la rosada herida
fisura ventral húmeda y tierna
hendidura inguinal de pulpa tibia.
Labios beso y abro labios,
allá va la templada punta
allá el glande
allá la rígida columna
allá la ancha base
que tapona la abertura.
Quiero navegarte en el vaivén marino
acompasada agitación de sístoles y diástoles
olas que marcan nuestro ritmo
desbordando el deseo desbordante.
Quiero entregarte en cien clavadas
las caricias que te abren
y el esperma que te estalla.
En este día de amor tan vehemente
en esta noche de pasión desenfrenada,
liberando el dulzor de los placeres
quiero apagar las llamaradas
de tu carnalidad ardiente
con el ardor de mis llamas.
Desejo irrefreável
Poema e Tradução Pedro Sevylla de Juana
Neste dia de sentimentos firmes
nesta noite de paixão libidinosa
um desejo me assalta irresistível
de fazer contigo o amor sobre as ondas,
cadência apressada dos impulsos
membros enlaçados e fundidas bocas.
Uma ânsia
me chega desbocada
de invadir teu ventre a meia-noite
e redobrar às três da madrugada;
uma avidez de peitos e mamilos
de coxas densas e de nádegas.
Desejo fincar a cabritada verga
na cratera escura, na rosada ferida
greta ventral úmida e terna
rachadura inguinal de polpa tíbia.
Lábios beijo e abro lábios,
lá vai a temperada ponta
lá a sensível glande
lá a rígida coluna
lá a larga base
que tampona a abertura.
Quero navegar-te no vaivém marinho
compassada agitação de sístoles e diástoles
ondas que marcam nosso ritmo
transbordando o desejo transbordante.
Quero entregar-te em cem cravadas
as caricias que te abrem
e o esperma que te estala.
Neste dia de amor tão veemente
nesta noite de paixão desenfreada,
libertando o dulçor dos prazeres
quero apagar as labaredas
de tua carnalidade ardente
com a minha incandescência.
PSdeJ
ANAGKE Poema de Rubén Darío.
Y dijo la paloma:
–Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,
en el árbol en flor, junto a la poma
llena de miel, junto al retoño suave
y húmedo por las gotas de rocío,
tengo mi hogar. Y vuelo
con mis anhelos de ave,
del amado árbol mío
hasta el bosque lejano,
cuando, al himno jocundo
del despertar de Oriente,
sale el alba desnuda y muestra al mundo
el pudor de la luz sobre su frente.
Mi ala es blanca y sedosa;
la luz la dora y baña
y céfiro la peina.
Son mis pies como pétalos de rosa.
yo soy la dulce reina
que arrulla a su palomo en la montaña.
En el fondo del bosque pintoresco
está el alerce en que formé mi nido;
y tengo allí, bajo el follaje fresco
un polluelo sin par, recién nacido.
Soy la promesa alada,
el juramento vivo;
soy quien lleva el recuerdo de la amada
para el enamorado pensativo;
yo soy la mensajera
de los tristes y ardientes soñadores,
que va a revolotear diciendo amores
junto a una perfumada cabellera.
Soy el lirio del viento.
Bajo el azul del hondo firmamento
muestro de mi tesoro bello y rico
las preseas y galas;
el arrullo en el pico,
la caricia en las alas.
Yo despierto a los pájaros parleros
y entonan sus melódicos cantares;
me poso en los floridos limoneros
y derramo una lluvia de azahares.
Yo soy toda inocente, toda pura.
Yo me esponjo en las alas del deseo,
y me estremezco en la íntima ternura
de un roce, de un rumor, de un aleteo.
¡Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque a Flora
das la lluvia y el sol siempre encendido;
porque siendo el palacio de la Aurora,
también eres el techo de mi nido.
¡Oh inmenso azul! Yo adoro
tus celajes risueños,
y esa niebla sutil de polvo de oro
donde van los perfumes y los sueños.
Amo los velos, tenues, vagorosos,
de las flotantes brumas,
donde tiendo a los aires cariñosos
el sedeño abanico de mis plumas.
¡Soy feliz! Porque es mía la floresta
donde el misterio de los nidos se halla;
porque el alba es mi fiesta
y el amor mi ejercicio y mi batalla.
Feliz, porque de dulces ansias llena
calentar mis polluelos es mi orgullo;
porque en las selvas vírgenes resuena
la música celeste de mi arrullo;
porque no hay una rosa que no me ame,
ni pájaro gentil que no me escuche,
ni garrido cantor que no me llame.
-¿Sí? dijo entonces un gavilán infame,
y con furor se la metió en el buche.
Entonces el buen Dios, allá en su trono
( Mientras Satán, por distraer su encono
aplaudía a aquel pájaro zahareño ),
se puso a meditar. Arrugó el ceño,
y pensó, al recordar sus vastos planes,
y recorrer sus puntos y sus comas,
que cuando creó palomas
no debió haber creado gavilanes.
ANAGKE
Poema de Rubén Darío
Tradução: Pedro Sevylla de Juana
E a pomba disse:
-Eu sou feliz. Sob o imenso céu,
na árvore em flor, junto à maça
cheia de mel, junto do broto suave
e úmido pelas gotas de orvalho,
tenho o meu lar. E voo
com meus anseios de ave,
da amada árvore minha
até a mata distante,
quando, o hino jucundo
do despertar de Oriente,
sai a alba nua e mostra ao mundo
o pudor da luz sobre sua frente.
Minha asa é branca e sedosa;
a luz a doura e banha
e zéfiro a penteia.
Meus pés são como pétalas de rosa.
sou a doce rainha
que arrulha seu pombo na montanha.
No profundo da pitoresca mata
está o larício onde formei meu ninho;
e tenho lá, sob a folhagem fresca
um pombinho impar, recém-nascido.
Sou a promessa voadora,
o juramento vivo;
sou quem leva a memória da amada
para o namorado pensativo;
eu sou a mensageira
dos tristes e ardentes sonhadores,
que vai voltear dizendo amores
junto à perfumada cabeleira.
Sou o lírio do vento.
sob o azul do profundo firmamento
mostro do meu tesouro belo e rico
as joias e galas;
o arrulho no bico,
a carícia nas asas.
Eu desperto os pássaros faladores
e entoam os seus melódicos cantares;
me posso nos floridos limoeiros
e derramo uma chuva dessas flores.
Eu sou toda inocente, toda pura.
Eu me engrandeço nas asas do desejo,
e tremo na íntima ternura
dum contato, dum rumor, dum adejo.
Oh imenso azul! Eu te amo. Porque a Flora
dás a chuva e o sol sempre incendido;
porque sendo o palácio da Aurora,
também és o telhado de meu ninho.
Oh imenso azul! Eu adoro
as tuas celagens risonhas,
e essa névoa sutil de pó de ouro
onde vão os perfumes e os sonhos.
Amo os véus, tênues, inquietos,
das flutuantes brumas,
onde tendo aos ares carinhosos
o leque de seda de as penas.
Sou feliz! Porque é minha a floresta
onde os mistérios dos ninhos se acha;
porque a alvorada é minha festa
e o amor meu exercício e a batalha.
Feliz, porque de doces anseios plena
aquecer os meus pombinhos é meu orgulho;
porque nas selvas virgens ressona
a música celeste de meu arrulho;
porque não há uma rosa que não me ame,
nem pássaro gentil que não me escute,
nem garrido cantor que não me chame.
-Sim?, disse então um gavião infame,
e com furor a introduziu no bucho.
Então o Deus bom, lá no seu trono
(Entretanto Satanás, para distrair o seu rancor
aplaudia aquele pássaro intratável )
se pôs a meditar. Enrugou o cenho,
e pensou, ao analisar a suas convicções,
e recorrer os pontos e as comas,
que quando criou as pombas
não deveu ter criado gaviões.
AZUL
Primera Carta prólogo de Juan Valera a Don Rubén Darío,
Madrid 22 de octubre de 1888
Todo libro que desde América llega a mis manos excita mi interés y despierta mi curiosidad; pero ninguno hasta hoy la ha despertado tan viva como el de usted, no bien comencé a leerlo.
Confieso que al principio, a pesar de la amable dedicatoria con que usted me envía un ejemplar, miré el libro con indiferencia… casi con desvío. El título: Azul… tuvo la culpa.
Víctor Hugo dice: L’art c’est l’azur; pero yo no me conformo ni me resigno con que tal dicho sea muy profundo y hermoso. Para mí, tanto vale decir que el arte es lo azul, como decir que es lo verde, lo amarillo o lo rojo. ¿Por qué, en este caso, lo azul ( aunque en francés no sea bleu, sino azur, que es más poético) ha de ser cifra, símbolo y superior predicamento que abarque lo ideal, lo etéreo, lo infinito, la serenidad del cielo sin nubes, la luz difusa, la amplitud vaga y sin límites, donde nacen, viven, brillan y se mueven los astros? Pero aunque todo esto y más surja del fondo de nuestro ser y aparezca a los ojos del espíritu, evocado por la palabra azul, ¿qué novedad hay en decir que el arte es todo esto? Lo mismo es decir que el arte es imitación de la Naturaleza, como lo definió Aristóteles: la percepción de todo lo existente y de todo lo posible, y de su reaparición o representación por el hombre en signos, letras, sonidos, colores o líneas. En suma: yo, por más vueltas que le doy, no veo en eso de que el arte es lo azul sino una frase enfática y vacía.
Sea, no obstante, el arte azul, o del color que se quiera. Como sea bueno, el color es lo que menos importa. Lo que a mí me dio mala espina fue la frase de Víctor Hugo, y el que usted hubiese dado por título a su libro la palabra fundamental de la frase. ¿Si será éste, me dije, uno de tantos y tantos como por todas partes, y sobre todo en Portugal y en la América española, han sido inficionados por Víctor Hugo? La manía de imitarle ha hecho verdaderos estragos, porque la atrevida juventud exagera sus defectos, y porque eso que se llama genio, y que hace que los defectos se perdonen y tal vez se aplaudan, no se imita cuando no se tiene. En resolución, yo sospeché que era usted un Víctor Huguito y estuve más de una semana sin leer el libro de usted.
No bien le he leído, he formado muy diferente concepto. Usted es usted con gran fondo de originalidad y de originalidad muy extraña. Si el libro, impreso en Valparaíso este año de 1888, no estuviese en muy buen castellano, lo mismo podría ser de un autor francés, que de un italiano, que de un turco o de un griego. El libro está impregnado de espíritu cosmopolita. Hasta el nombre y apellido del autor, verdaderos o contrahechos y fingidos, hacen que el cosmopolitismo resalte más. Rubén es judaico, y persa es Darío; de suerte que por los nombres no parece sino que usted quiere ser o es de todos los países, castas y tribus.
El libro Azul…no es realidad un libro; es un folleto; pero tan lleno de cosas y escrito con estilo tan conciso, que da no poco en que pensar y tiene bastante que leer. Desde luego se conoce que el autor es muy joven: que no puede tener más de veinticinco años, pero que los ha aprovechado maravillosamente. Ha aprendido muchísimo, y en todo lo que sabe y expresa muestra singular talento artístico y poético.
Sabe con amor la antigua literatura griega; sabe de todo lo moderno europeo. Se entrevé, aunque no hace gala de ello, que tiene el concepto cabal del mundo visible y del espíritu humano, tal como este concepto ha venido a formarse por el conjunto de observaciones, experiencias, hipótesis y teorías más recientes. Y se entrevé también que todo esto ha penetrado en la mente del autor, no diré exclusivamente, pero sí principalmente, a través de libros franceses. Es más: en los perfiles, en los refinamientos, en las exquisiteces del pensar y del sentir del autor hay tanto de francés, que yo forjé una historia a mi antojo para explicármelo. Supuse que el autor, nacido en Nicaragua, había ido a París a estudiar para médico o para ingeniero, o para otra profesión; que en París había vivido seis o siete años, con artistas literarios, sabios y mujeres alegres de por allá; y que mucho de lo que sabe lo había aprendido de viva voz, y empíricamente con el trato y roce de aquellas personas. Imposible me parecía que de tal manera se hubiese impregnado el autor del espíritu parisiense novísimo sin haber vivido en París durante años.
Extraordinaria ha sido mi sorpresa cuando he sabido que usted, según me aseguran sujetos bien informados, no ha salido de Nicaragua sino para ir a Chile, en donde reside desde hace dos años a lo más. ¿Cómo, sin el influjo del medio ambiente, ha podido usted asimilarse todos los elementos de espíritu francés, si bien conservando española la forma que aúna y organiza estos elementos, convirtiéndolos en sustancia propia?
Yo no creo que se ha dado jamás parecido con ningún español peninsular. Todos tenemos un fondo de españolismo que nadie nos arranca ni a veinticinco tirones. En el famoso abate Marchena, con haber residido tanto tiempo en Francia, se ve el español; en Cienfuegos es postizo el sentimentalismo empalagoso a lo Rousseau, y el español está por bajo. Burgos y Reinoso son afrencesados y no franceses. La cultura de Francia, buena o mala, no pasa nunca de la superficie. No es más que un barniz transparente, detrás del cual se descubre la condición española.
Ninguno de los hombres de letras de la Península, que he conocido yo, con más espíritu cosmopolita, y que más largo tiempo han residido en Francia y que han hablado mejor el francés y otras lenguas extranjeras, me ha parecido nunca tan compenetrado del espíritu de Francia como usted me parece: ni Galiano, ni don Eugenio de Ochoa, ni Miguel de los Santos Álvarez. En Galiano había como una mezcla de anglicismo y de filosofismo francés del siglo pasado; pero todo sobrepuesto y no combinado con el ser de su espíritu, que era castizo. Ochoa era y siguió siendo siempre archi y ultraespañol, a pesar de su entusiasmo por las cosas de Francia. Y en Álvarez, en cuya mente bullen las ideas de nuestro siglo, y que ha vivido años en París, está arraigado el ser del hombre de Castilla, y en su prosa recuerda el lector a Cervantes y a Quevedo, y en sus versos a Garcilaso y a León, aunque así en verso como en prosa imita él siempre ideas más propias de nuestro siglo que de los que pasaron. Su chiste no es el esprit francés, sino el humor español de las novelas picarescas y de los autores cómicos de nuestra peculiar literatura.
Veo, pues, que no hay autor en castellano más francés que usted, y lo digo para afirmar un hecho sin elogio y sin censura. En todo caso, más bien lo digo como elogio. Yo no quiero que los autores no tengan carácter nacional; pero yo no puedo exigir de usted que sea nicaragüense, porque no hay ni puede haber aún historia literaria, escuela y tradiciones literarias en Nicaragua. Ni puedo exigir de usted que sea literariamente español, pues ya no lo es políticamente, y está además separado de la madre patria por el Atlántico, y más lejos en la República donde ha nacido, de la influencia española, que en otras repúblicas hispanoamericanas. Estando así disculpado el galicismo de la mente, es fuerza dar a usted alabanzas a manos llenas por lo perfecto y profundo de ese galicismo; porque el lenguaje persiste español, legítimo y de buena ley, y porque si no tiene usted carácter nacional, posee carácter individual.
En mi sentir hay en usted una poderosa individualidad de escritor, ya bien marcada, y que, si Dios da a usted la salud que yo le deseo y larga vida, ha de desenvolverse y señalarse más con el tiempo en obras que sean gloria de las letras hispanoamericanas.
Leídas las páginas de Azul…, lo primero que se nota es que está saturado de toda la más flamante literatura francesa. Hugo, Lamartine, Musset, Baudelaire, Leconte de Lisle, Gautier, Bourget, Sully-Prudhomme, Daudet, Zola, Barbey d’Aurevilly, Catulle Mendés, Rollinat, Goncourt, Flaubert y todos los demás poetas y novelistas han sido por usted bien estudiados y mejor comprendidos. Y usted no imita a ninguno: ni es usted romántico, ni naturalista, ni neurótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una rara quintaesencia.
Resulta de aquí un autor nicaragüense, que jamás salió de Nicaragua sino para ir a Chile, y que es autor tan a la moda de París y con tanto chic y distinción que se adelanta a la moda y pudiera modificarla e imponerla.
En el libro hay Cuentos en prosa y seis composiciones en verso. En los cuentos y en las poesías todo está cincelado, burilado, hecho para que dure, con primor y esmero, como pudiera haberlo hecho Flaubert, o el parnasiano más atildado. Y, sin embargo, no se nota el esfuerzo ni el trabajo de la lima, ni la fatiga del rebuscar; todo parece espontáneo y fácil y escrito al correr de la pluma, sin mengua de la concisión, de la precisión y de la extremada elegancia. Hasta las rarezas extravagantes y salidas de tono, que a mí me chocan, pero que acaso agraden en general, están hechas adrede. Todo en el librito está meditado y criticado por el autor, sin que su crítica previa o simultánea de la creación perjudique al brío apasionado y a la inspiración del que crea.
Si se me preguntase qué enseña su libro de usted y de qué trata, respondería yo sin vacilar: no enseña nada y trata de nada y de todo. Es obra de artista, obra de pasatiempo, de mera imaginación. ¿Qué enseña o de qué tratan un dije, un camafeo, un esmalte, una pintura o una linda copa esculpida?
Hay, sin embargo, notable diferencia en toda escultura, pintura, dije y hasta música, y cualquier objeto de arte cuyo material es la palabra. El mármol, el bronce y el sonido no diré yo que sutilizando mucho no puedan significar algo de por sí; pero la palabra no sólo puede significar, sino que forzosamente significa ideas, sentimientos, creencias, doctrinas y todo el pensamiento humano. Nada más factible, a mi ver (acaso porque soy poco agudo), que una bella estatua, un lindo dije, un cuadro primoroso, sin trascendencia o sin símbolos; pero ¿cómo escribir un cuento o unas coplas sin que deje ver el autor lo que niega, lo que afirma, lo que piensa y lo que siente? El pensamiento en todas las partes pasa con la forma desde la mente del artista a la substancia o materia del arte; pero en el arte de la palabra, además del pensamiento que posee el arte en la forma, la substancia o materia del artista es pensamiento también y pensamiento del artista. La única materia extraña al artista es el Diccionario, con las reglas gramaticales que siguen las voces en su combinación; pero como ni palabras ni combinaciones de palabras pueden darse sin sentido, de aquí que materia y forma sean en poesías y en prosa creación del escribir o del poeta; sólo quedan fuera de él, digámoslo así, los signos hueros, o sea abstrayendo lo significado.
De esta suerte se explica cómo, con ser su libro de usted de pasatiempo, y sin propósito de enseñar nada, en él se ven patentes las tendencias y los pensamientos del autor sobre las cuestiones más trascendentales. Y justo es que confesemos que los dichos pensamientos no son ni muy edificantes ni muy consoladores.
La ciencia de experiencia y observación ha clasificado cuanto hay, y ha hecho de ello hábil inventario. La crítica histórica, la lingüística y el estudio de las capas que forman la corteza del globo han descubierto bastante de los pasados hechos humanos que antes se ignoraban; de los astros que brillan en la extensión del éter se sabe muchísimo; el mundo de lo imperceptiblemente pequeño se nos ha revelado merced al microscopio; hemos averiguado cuántos ojos tiene tal insecto y cuántas patitas tiene tal otro; sabemos ya de qué elementos se componen los tejidos orgánicos, la sangre de los animales y el jugo de las plantas; nos hemos aprovechado de agentes que antes se substraían al poder humano, como la electricidad; y gracias a la estadística, llevamos minuciosa cuenta de cuanto se engendra y de cuanto se devora, y si ya no se sabe, es de esperar que pronto se sepa la cifra exacta de los panecillos, del vino y de la carne que se come y se bebe la humanidad de diario.
No es menester acudir a sabios profundos: cualquier sabio adocenado y medianejo de nuestra edad conoce hoy, clasifica y ordena los fenómenos que hieren los sentidos corporales, auxiliados estos sentidos por instrumentos poderosos que aumentan su capacidad de percepción. Además se han descubierto, a fuerza de paciencia y de agudeza, y por virtud de la dialéctica y de las matemáticas, gran número de leyes que dichos fenómenos siguen.
Natural es que el linaje humano se haya ensoberbecido con tamaños descubrimientos e invenciones; pero no sólo en torno y fuera de la esfera de lo conocido y circunscribiéndola, sino también llenándola en lo esencial y substancial, queda un infinito inexplorado, una densa e impenetrable oscuridad, que parece más tenebrosa por la misma contraposición de la luz con que ha bañado la ciencia la pequeña suma de cosas que conoce. Antes, ya las religiones con sus dogmas, que aceptaba la fe, ya la especulación metafísica con la gigante máquina de sus brillantes sistemas, encubrían esa inmensidad incognoscible, o la explicaban y la daban a conocer a su modo. Hoy priva el empeño de que no haya ni metafísica ni religión. El abismo de lo incognoscible queda así descubierto y abierto; y nos atrae y nos da vértigo, y nos comunica el impulso, a veces irresistible, de arrojarnos en él.
La situación, no obstante, no es incómoda para la gente sensata de cierta ilustración y fuste. Prescinden de lo trascendente y de lo sobrenatural para no calentarse la cabeza ni perder el tiempo en balde. Esta inclinación les quita no pocas aprensiones y cierto miedo, aunque a veces les infunde otro miedo y sobresalto fastidiosos. ¿Cómo contener a la plebe, a los menesterosos, hambrientos e ignorantes, sin ese freno que ellos han desechado con tanto placer? Fuera de este miedo que experimentan algunos sensatos, en todo lo demás no ven sino motivo de satisfacción y parabienes.
Los insensatos, en cambio, no se aquietan con el goce del mundo, hermoseado por la industria e inventiva humanas, ni con lo que se sabe, ni con lo que se fabrica, y anhelan averiguar y gozar más.
El conjunto de los seres, el Universo, todo cuanto alcanzan a percibir la vista y el oído, ha sido, como idea, coordinado metódicamente en una anaquelería o casillero para que se comprenda mejor; pero ni este orden científico ni el orden natural, tal como los insensatos le ven, les satisface.
La molicie y el regalo de la vida moderna los han hecho muy descontentadizos.
Casí ni del mundo tal como es, ni del mundo tal como lo concebimos, se forman idea muy aventajada.
Se ve en todo faltas, y no se dice lo que dicen que dijo Dios: Que todo era bueno. La gente se lanza con más frecuencia que nunca a decir que todo es malo; y en vez de atribuir la obra a un artífice inteligentísimo y supremo, la supone obra de un puritano inconsciente de fabricar cosas que hay ab eternoen los átamos, los cuales tampoco se sabe a punto fijo lo que sean.
Los dos resultados principales de todo ello en la literatura de última moda, son:
1º Que se suprima a Dios o que no se le miente sino para insolentarse con Él, ya con reniegos y maldiciones, ya con burlas y sarcasmos; y
2º Que en este infinito tenebroso e incognoscible perciba la imaginación, así como en el éter, nebulosas o semilleros de astros, fragmentos y escombros de religiones muertas, con los cuales procura formar algo como ensayo de nuevas creencias y de renovadas mitologías.
Estos dos rasgos van impresos en su librito de usted: El pesimismo, como remate de toda descripción de lo que conocemos, y la poderosa y lozana producción de seres fantásticos, evocados o sacados de las tinieblas de lo incognoscible, donde vagan las ruinas de las destrozadas creencias y supersticiones vetustas.
Ahora será bien que yo cite muestras y pruebe que hay en su libro de usted, con notable elegancia, todo lo que afirmo: pero esto requiere segunda carta.
Ester Abreu Vieira de Oliveira en un recital poético
AZUL Epifania do Modernismo
por Ester Abreu Vieira de Oliveira
O Modernismo das literaturas em língua castelhana, originado na América, no final do século passado, foi o primeiro movimento estético aceito por todos os países de língua castelhana e o primeiro que a América criou independente da Europa. Nasceu como reação ao realismo e surgiu de uma tendência intelectual e cultural, na tentativa de estabelecer a comunicação direta entre a sensibilidade e a realidade externa. Significou, fundamentalmente, uma renovação formal e a conquista plena da expressão original e da modernidade. É um movimento literário cosmopolita de estilo refinado e virtuoso de forma, porque traz artes combinatórias, que une elementos estilísticos do Romantismo, Parnasianismo e Simbolismo francês. Ele recebeu muita influência da literatura francesa, dos seus escritores românticos, parnasianos e simbolistas, tais como Victor Hugo, Leconte de Lisle e Verlaine, entre outros, porém não deixou de receber ainda outras influências européias, do final do século, tais como as das literaturas inglesa, italiana e alemã, como também abrigou a influência da música de Wagner, da pintura pré-rafaelista e dos clássicos e primitivos espanhóis, dentre os quais Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique e os poetas do Cancioneiro, da época Medieval, e Luis de Gôngora do Século XVII, «Século de Ouro da Literatura Espanhola».
Em Rubén Darío , notam-se essas influências variadas que caracterizam o escritor modernista a partir da publicação de Azul, porque nas obras anteriores a esta se observa um respaldo poético nos escritores românticos e realistas espanhóis, como Zorrilla, Bécquer e Campoamor (este em suas «doloras»), enquanto nas obras posteriores os seus modelos são os escritores românticos, parnasianos e simbolistas franceses; os primitivos clássicos espanhóis e os clássicos da Literatura Greco-Latina, os escritores das literaturas inglesa, italiana e portuguesa e alguns livros bíblicos.
Sobre suas apreciações cosmopolitas, ele mesmo fala no prólogo de Prosas Profanas (1896), obra de seu apogeu modernista:
O avô espanhol de barba branca me mostra uma série de retratos ilustres: este me diz: é o grande Miguel de Cervantes Saavedra, gênio e maneta; este é Lope de Vega, este Garcilaso, este Quintana. Eu lhe pergunto pelo nobre Gracián, por Teresa la Santa, pelo bravo Gôngora e o mais forte de todos Dom Francisco de Quevedo y Villegas. Depois exclamo: Shakespeare! Dante! Hugo! (E no meu interior: Verlaine…!)
Depois, ao despedir-me: «Avô, preciso dizer-lhe: minha esposa é de minha terra; minha amante, de Paris.
O Modernismo das literaturas em língua espanhola difere desse movimento artístico brasileiro não só pela época que o precede, mas também por não ter o significado dado na Literatura Brasileira de ruptura com o passado, isto é, de abandono dos movimentos artísticos do Século XIX. Ele não rompe com o passado, ao contrário, valoriza-o. É o próprio Rubén Darío quem fala no poema inicial de Cantos de Vida y Esperanza (1905), sobre essa grande sede de ilusão dos escritores modernistas de abraçar o antigo e o moderno:
y muy siglo diez y ocho y muy antiguo
y muy moderno; audaz, cosmopolita;
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo
y una sed de ilusiones infinita.
O Modernismo das literaturas em língua espanhola aprendeu a lição greco-romano-renascentista-romântica que leva a entrar no coração por meio das almas sensíveis femininas. Ele, herdeiro do parnasianismo e dedicado à contemplação da beleza, chega ao mundo interior através dos sentidos, depois de haver acariciado as formas do sensível. Nasce de uma contemplação sob uma tradição estética e objetiva.
Para encontrar a expressão exata para uma nova sensibilidade, os modernistas das literaturas em língua espanhola, freqüentemente, buscam efeitos impressionistas à base de sensações (como os jogos de sinestesias, as transposições visuais de cor ou o exercício de variações monocromáticas) e fazem renovações formais utilizando os recursos fornecidos pelo vocabulário, pelos temas, pelos símbolos e pela versificação. Assim, valorizando a estrofe e o período, abre caminho para a melhoria da forma da literatura atual.
Para adequar algumas dessas técnicas ao relato, poetisa a história. Um exemplo desse fazer literário é o argentino Enrique Rodriguez Larreta na obra La gloria de Don Ramiro (1906) cuja ação, iniciada na Espanha e continuada no Peru, se passa na época do Rei Felipe III.
Em descrições magistrais o escritor revive a antiga vida espanhola: os Autos de Fé, as procissões, os verdugos e os frades, a população e os sentenciados da Santa Inquisição. Isto porque são também características modernistas além do gosto pelo exótico, de raiz romântica, certo satanismo e a evasão geográfica, história e social da realidade circundante para um mundo de beleza ideal ou anormal.
O Modernismo na América teve sua difusão imediata ao aparecimento do Azul (1888), porém na Espanha, pode-se dizer que ele iniciou em 1896, isto é, depois da publicação de Prosas Profanas, ainda que, para alguns críticos literários, haja uma tendência insular pré-modernista.
É o tipo de prosa do nicaragüense Rubén Darío que será ponto de impulso de várias formas de romances e ensaios, na América Hispânica e na Espanha, durante vários anos. Entre os seguidores desse escritor, destacam-se, na América, o grande crítico José Henrique Rodó, do Uruguai, os poetas José Santos Chocano, do Peru. Amado Nervo e Enrique González Martinez, do México, Guillermo Valencia, da Colombia e Leopoldo Lugones, da Argentina. Na Espanha, Valle-Inclán, em sua primeira fase de escritor, é um dos grandes vultos da Escola Rubendariana.
No Brasil ocorreu, simultaneamente a esse movimento de renovação literária da América Hispânica, ou paralelo a ele, uma nova atitude poética, uma nova visão do mundo, que só tem, em comum com o Modernismo dos países de fala castelhana, a coincidência de época e de suas influências, entre as quais dominou a parnasiana com poetas como Alberto de Oliveira e Olavo Bilac, seguida da simbolista, cujo poeta máximo é João da Cruz e Souza, seguidor de Verlaine e de Mallarmé.
Na literatura brasileira, de igual modo que nas literaturas em língua espanhola, existe a designação Modernismo, denominada de futurismo, antes da Semana de Arte Moderna de 1922. Mas, como ele é um movimento vanguardista, nele não se incluem os escritores de língua espanhola do final do século passado.
O movimento vanguardista brasileiro iniciado por Mário de Andrade, Oswalde de Andrade, Manuel Bandeira e outros, de certa forma, se prolonga até nossos dias. Essa permanência, entretanto, não acontece com o Modernismo das literaturas em língua espanhola que se esgotou, pode-se dizer, na segunda década deste século, quando surgiram as obras de tendência vanguardista na Literatura em língua espanhola.
Diferentemente do Modernismo das literaturas em língua espanhola, que busca motivos e imitações no romantismo e no parnasianismo, na procura de um mundo irreal, imaginário, o Modernismo brasileiro rompe não só com essas estéticas literárias como também com toda estética tradicional.
Os escritores hispano-americanos, inspirando-se em autores estrangeiros e em climas raros, povoando a América com animais e mitos exóticos: cisnes – símbolo da beleza formal -, pavões, deuses gregos, mitos nórdicos, ambientes de Versailles, sátiros, centauros, enfim, refugiando-se numa «torre de marfim», diferem dos escritores modernistas brasileiros que buscam inspiração e adorno para as usas obras na fauna e nos mitos nacionais, nas lendas afro-indígenas – colocando acima de tudo o pessoal, o subjetivo e o local em vez do universal dos modernistas de língua espanhola, e ainda utilizando elementos da vida cotidiana em vez do raro, do exótico utilizado pelos escritores modernistas da literatura em língua espanhola e apropriando-se do tema do homem vulgar, comum, em vez do herói do Modernismo hispano-americano.
A obra Azul, que destacamos presentemente, uma coletânea de contos, descrições e poemas, pela sua originalidade temática e estilística, iniciou o movimento modernista na literatura em língua espanhola.
Nesta obra, aparecem algumas alterações métricas e rítmicas, apesar de ainda não trazer as inovações das obras posteriores a ela e mais famosas de Rubén Darío como Cantos de vida y Esperanza e Prosas Profanas que apresentam modificações no alexandrino, um soneto de 13 versos e sonetos com metros, até então, não próprios dele como o octossílabo e o hexassílabo entre outras novidades.
Esclarecemos que o alexandrino espanhol tem 14 versos divididos em dois hemistíquios completamente livres, com pausa no meio. Foi muito usado na Espanha na «cuaderna vía», estrofe medieval de quatro versos de 14 sílabas, com rima consoante, e foi aplicado nos séculos XVI, XVII e XVII. No século XX, será reativado o seu emprego e terá um renovador em Rubén Darío.
Em seu afã de fazer rebrilhar as formas antigas, esse escritor fez várias alterações na métrica clássica:
1. Acentuou os alexandrinos nas sílabas 3ª e 6ª de cada hemistíquios, como se pode comprovar na famosa «Sonatina» do livro Prosas Profanas:
La princesa está triste, – ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
la princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. […] (p. 25)
Porém, utilizando essa forma métrica em quatro poemas de Azul – «Caupolican», «Leconte de Lisle», «J. J. Palma» e «Catlle Mendes» – revitaliza-a estimulando o seu emprego.
2. Leva o verso clássico espanhol dodecassílabo, dividido em dois hemistíquios iguais, com acentos fortes na 2ª, 5ª 8ª e 11ª sílabas, para uma pausa antes da 6ª sílaba e faz com que um verso de dois hemistíquios esteja separado com sete e com cinco sílabas. Observamos essas alterações no soneto «Walt Whitman». Exemplificamos nos versos a seguir:
En un país de hierro vive el gran viejo
bello como un patriarca, sereno y santo.
O primeiro hemistíquio do primeiro e segundo versos terminam, respectivamente, nas palavras «hierro» y «patriarca», cujos acentos são, respectivamente, «hie» e «ar», sextas sílabas do primeiro hemistíquio.
Contudo, empregando, no poema «De invierno», o dodecassílabo, dividido em hemistíquios e com as sílabas 6ª e 12ª acentuadas, imita a métrica alexandrina francesa.
Em Azul, também Rubén Darío conserva a silva e o romance, formas tradicionais espanholas. Emprega a silva – alternância de versos espanhóis de onze e de sete sílabas – nos poemas: «Estival», «Autumnal» e «Invernal», e o romance – versos espanhóis octossilábicos com rima assonântica, nos versos pares, no poema «Primaveral». Ainda, nessa obra, em sua ida às metrificações tradicionais espanholas, apropria-se do verso do jogral épico de 16 sílabas no poema «Vênus».
Nos quatro poemas às estações, anteriormente citados, Rubén Dário já mostra uma grande intuição da natureza. Eles são quatro cantos às estações, claramente panteístas. No poema «Primaveral» o canto das forças naturais eternamente renascem:
Mes de rosas, van mis rimas
en ronda, a la vasta selva,
a recoger mil aromas
en las flores entreabiertas.
O poeta fala de um bosque que ele chama de «nuestro tiemplo». A descrição do ambiente é muito bonita e aparecem várias sensações. A forma popular de romance (versos octossílabos) e a repetição de «Oh amada mía! Es el dulce / tiempo de la primavera» no final de cinco longas estrofes, soando a estribilhos, intensifica a musicalidade do poema, primordial atributo da poesia modernista.
Allá hay una clara fuente
que brota de una caverna,
donde se bañan desnudas
las blancas ninfas que juegan.
ríen al son de la espuma,
hunden la ninfa serena,
entre el polvo cristalino
esponjan sus cabelleras
y saben himnos de amores
en hermosa lengua griega,
que en glorioso tiempo antiguo
Pan inventó en las florestas.
O vocativo, «amada», e a natureza em harmoniosa e delicada sensualidade fazem lembrar o Cântico dos cânticos de Salomão ou versos do «Cántico espiritual» de San Juan de la Cruz, na estrofe seguinte:
Amada, ven. El gran bosque
es nuestro templo; allá ondea
y frota un santo perfume
de amor […]
Nota-se, neste poema, que abre a parte titulada «El año lírico», que por sua vez inicia a série de poemas, a erudição clássica do poeta, que, apesar de ter 20 anos, conhecia muito bem a poesia clássica:
Mi dulce musa Delicia
me trajo una ánfora griega
cincelada de alabastro,
de vino de Naxos llena
y una hermosa copa de oro,
la base henchida de perlas,
para que bebiese el vino
que es propio de los poetas.
O poema «Estival» de forte sensualidade mostra a selva virgem cheia de força dinâmica, ao mesmo tempo em que apresenta o animal com sentimentos humanos:
La tigre de Bengala
Con su lustrosa piel manchada a trechos,
Está alegre y gentil, está de gala.
Em Azul Rubén Darío mostra um espírito de profunda intuição da natureza e de fina ironia à francesa. O título é um nome poético que abrange o ideal, o etéreo, o infinito, a serenidade do céu sem nuvens, a amplidão vaga e sem limite. A sua escolha se deve à harmonia que tem o seu conteúdo com todas as abrangências semânticas que traz a palavra azul, no conceito de um escritor modernista em língua espanhola.
Os escritores simbolistas franceses, como Mallarmé, e os modernistas hispânicos chamaram a este ponto de mágica idealidade de «Azur». Assim o título do livro significa o passado, não o medieval dos românticos, isto é, o da natureza concreta, o tempo longínquo e o simbólico, representando o harmônico, o que é bom e justo e é também um futuro, um tempo idealizado.
A insatisfação pela época em que viviam os homens modernistas da Espanha e da América Espanhola os levou a desejarem um mundo melhor. E, porque queriam uma utopia, refugiaram-se na «torre de marfim», na paisagem cheia de história, nas recordações da infância e nas descrições antigas.
Nesse livro pode-se observar o espírito cosmopolita, desejado pelo modernismo, presente em temas e ambientes variados, inclusive no pseudônimo do autor: «Rubén»- nome judaico, e «Darío», nome persa.
No ano da publicação de Azul o escritor ganhou eloquentes elogios do crítico espanhol Juan Valera, membro da Real Academia Espanhola, e o reconhecimento do seu valor em todo o mundo hispânico.
Em sua primeira edição chilena, a de 1888, organizada pelo autor, havia um prólogo de Eduardo de la Barra, mas, nas organizadas pelos herdeiros de Darío, há como prólogo a carta de Juan Valera com os seus elogios.
Nota-se, nesta obra, que o autor tem muito conhecimento do mundo moderno e da antiguidade grega, bem como recebe uma grande influência da literatura francesa, no refinamento da prosa e no incomum pensar e sentir sem ter tido contacto pessoal com os escritores da França, cuja cultura encabeçam Hugo, Lamartine, Musset, Baudelaire, Leconte de Lisle, Zola, Flaubet e outros.
É preciso deixar bem claro que Darío, apesar de receber influência dos escritores franceses, não os imita, mas tão-somente assimila o estilo deles, criando o seu próprio, daí decorre o seu valor.
A obra Azul está subdividida em cinco títuladas partes: as duas primeiras: «Azul» e em «Chile» estão em prosa, as demais «El Año Lírico», «Soneto», e «Medallones», em verso. As duas primeiras partes são brevíssimos e agradáveis contos, onde se pode observar uma simplificação na elaboração dos períodos. Darío abandona os tradicionais períodos espanhóis longos, separados somente pela vírgula ou ponto e vírgula, gramaticalmente complicados, para utilizar as frases curtas e simples, carregadas de sentido ou de musicalidade. Esse tipo de prosa, utilizada por Rubén Darío, a princípio, só será imitado na prosa poética, mas, em seguida, invadirá outros campos, inclusive o da prosa jornalística.
O Modernismo, nas literaturas de língua espanhola, herda do romantismo a fascinação pelo Oriente com significados diversos (aventura, riqueza, liberdade, mistério, sensualidade ou crueldade), no desejo de ilusão pelo raro, pelo exótico e pelo decadente. Herda também um dos arquétipos da mulher, a fatal, a representada por nomes de cruéis rainhas e famosas pecadoras (Cleópatra, Salomé), criaturas irracionais e perversas, portadoras do mal.
Rubén Darío, no conto «La muerte de la emperatriz de la China», une esses dois gostos temáticos modernistas: o da mulher ciumenta e o tema oriental, dentro de um ambiente parisiense, no ateliê de um artista. Mas é da união dos dois ambientes (oriental e parisiense) que advém o cosmopolitismo do conto cuja história é a de um casal que vivia muito feliz: ele escultor e ela uma bonita e alegre jovem. Aconteceu que certo dia ganharam de um amigo que estava em Hong Kong um busto de porcelana de uma formosa mulher oriental. O busto estava titulado em francês, inglês e em caracteres chineses: «a imperatriz da China». O marido, encantado com a estátua, ficava horas admirando a sua exótica beleza. A mulher, enciumada com o entusiasmo do marida para com a estatueta, entristeceu-se e, para vingar-se desta forte rival, quebrou-a reconquistando a felicidade.
Esse conto não apareceu na primeira edição de Azul, mas só na segunda. Mas o tema do ciúme, que ele apresenta, permite a Darío fazer uma curiosa enumeração de mulheres: a rica Gabriela de longos cabelos negros e tez branca como o alabastro. Luísa, a dançarina com cintura de vespa, seio de boa ama–de-leite e uns olhos incendiários; a viuvinha Andréa, ao sorrir, mostrava a ponta da língua vermelha e ferina entre seus dentes brilhantes e de branco marfim.
Como o tempo presente é rejeitado pelo escritor modernista, este se fecha em sua torre de marfim e vai para o passado, o da mitologia grega ou do século XVII. Em alguns contos de Rubén Darío pode-se encontrar esse recurso, como, por exemplo, o conto «El sátiro sordo» de Azul, onde um sátiro, ensurdecido por castigo de Apolo, se tornou insensível ao melodioso canto do rouxinol e à musicalidade da lira de Orfeu, aceitando os sinais feitos pelo burro, enquanto deixava de ouvir as sábias palavras da cotovia.
O escritor modernista das literaturas em língua espanhola, tendo uma fantasia muito colorida, freqüentemente vai servir-se de lendas para as suas evocações. Sua fértil imaginação cria heróis de gestas, princesas chinesas, ninfas, faunos, sultões orientais, guerreiros e trovadores medievais, galantes cortesãos de Versalhes, como fizeram os românticos, só que com mais variedades dos temas e preocupação em sublinhar as notas mais raras e esquisitas.
Exemplo disso em Azul é o conto «Ninfa», que faz lembrar as lendas de Bécquer, na poética descrição, onde o natural se une com o sobrenatural. Um poeta parisiense vê, no amanhecer de uma noitada festiva, uma ninfa no lago de uma chácara entre brancos cisnes.
Em «El Velo de la Reina Mab», diferentes artistas, um pintor, um escultor, um músico e um poeta expõem suas aspirações e desenganos em queixas tristes. Eles possuíam, respectivamente, uma pedreira, o arco-íris, o ritmo e o céu azul. Todavia não se sentiam realizados. Depois de exporem suas queixas, a rainha Mab:
[…] do fundo de seu carro feito de uma só pérola, tomou o véu azul, quase impalpável, como formado de suspiros ou de olhares de anjos louros e pensativos. E aquele era o véu dos sonhos, dos doces sonhos que fazem ver a vida cor-de-rosa. E com ele envolveu os quatro homens, enfraquecidos, barbudos e impertinentes, os quais acabaram com a tristeza, porque penetrou no peito de cada um a esperança e em suas cabeças o sol alegre, com o diabinho da vaidade, que consola em suas profundas decepções os pobres artistas.
«El Pájaro Azul» é outro conto que mostra a vida de insatisfação dos artistas, no suicídio de um jovem poeta, em um bonito dia de primavera em Paris.
Para a criação de uma linguagem poética, extremadamente musical, Rubén Darío se vale de adjetivação, de palavras arcaicas, de neologismos, utilizando, preferentemente, palavras que tenham especial interesse estético (hipocentauros, olímpico, áulicos, lilial, autumnal) ou se vale da anáfora como no conto «Canción del Oro», hino de elogio irônico, entoado por um miserável mendigo, ao proclamar o contraste da negra miséria e os esplendores do mundo. A repetição, 23 vezes, de «cantemos el oro», além de provocar a musicalidade, assemelha-se ao retumbar de um tambor ou ao entoar de uma ladainha. Esse conto (há controvérsia de que o seja) foi publicado pela primeira vez no jornal Heraldo, em 1º de junho de 1888, portanto antes do lançamento de Azul.
Reforçamos que Rubén Darío, no final do século passado, revolucionou a temática da poesia das literaturas em língua espanhola. Com ele o tema do cotidiano, do realismo, passa para o do exótico, o da realidade vulgar, para o do sonho, e, o do prosaico, para o do refinado. E é em sua obra Azul onde aparecem motivos que serão tópicos do Modernismo das literaturas em língua espanhola: o do herói indígena, cujo exemplo é «Caupolican», o dos cisnes de pescoço branco, o dos pavões; o da literatura grega clássica (centauros, deuses, sátiros e ninfas); o do Oriente, o de grandes soberanos; o das bacanais, e outros.
Azul, por sua linguagem poética, é o testemunho do entusiasmo de Darío pela beleza sensorial, com o destaque que dá à cor e ao som em seus quadros descritivos, onde os valores cromáticos e musicais têm grande poder. É nessa obra que se dá, sem dúvida alguma, a manifestação do Modernismo na América Hispânica.
Referências: DARÍO, R. Prosas profanas. 4. ed. Buenos Aires: Espasa Calpe Argentina, 1952.
Azul. Carta prólogo de Juan Valera. 14. ed. Madrid: Espasa Calpe, 1966. Colección Austral.
Ester Abreu Vieira de Oliveira, possui graduação em Letras Neolatinas pela Universidade Federal do Espírito Santo – Vitória (1960), Especialização em Filologia Espanhola – Madri (1968) Mestrado em Lingua Portuguesa pela Pontifícia Universidade Católica do Paraná – Curitiba (1983), Doutorado em Letras Neolatinas pela Universidade Federal do Rio de Janeiro (1994) e Pós-Doutorado em Filologia Espanhola: Teatro Contemporâneo- UNED – Madri (2003). Atualmente é aposentada e Professor Efetivo – da Universidade Federal do Espírito Santo – UFES- CCHN- DLL-PPG Mestrado e Doutorado em Edtudos Literários. Foi professora e diretora de Pesquisa e Pós-Graduação (DIPEPG) do Centro de Ensino Superior de Vitória. Tem experiência na área de Letras, com ênfase em Línguas Estrangeiras Modernas, com estudos sobre a poesia, o teatro e a narrativa das literaturas hispânicas e literatura brasileira. Pertence à Academia Espírito-santense de Letras, à Academia Feminina Espírito-santense de Letras, ao Instituto Histórico, Geográfico do Espírito Santo, Associação Brasileira de Hispanista, Asociación Internacional de Hispanista, à AITENSO.
Comentarios recientes