Julio Cortázar

Pedro Sevylla de Juana

Contenido: Introducción. Textos míos en dos idiomas. Escritos de Cortázar traducidos. Cronología de Rayuela. Entrevista a Miguel Herráez y un texto suyo sobre Aurora Bernárdez. Artículo de Darío Silva. Ensaio de Mafalda Barbosa. Biografía Obras Videos.

Fui lector de Cortázar con precocidad manifiesta. Y lector reiterado a intervalos no muy largos. Gran parte de su obra: libros esenciales que siguen en mi biblioteca. Hubiera querido leer “El Examen” cuando lo escribió, para conocer aquel Buenos Aires rompiéndose en él; pero Losada-de Torre no quiso editarlo, y publicado treinta y seis años después ya no era lo mismo: Julio Cortázar consideraba que, leído en su momento, hubiera tenido cierta incidencia en lo que ocurría en la Argentina de entonces. Leí Rayuela a trancos distintos: rompecabezas, laberinto. Amé a la Maga y quise reencarnarla en un personaje mío que tuviera su vida a mi lado. Me gustó escuchar a Cortázar, humano, muy humano, entrevistado en la televisión. Aquella entrevista profunda y ancha, programa A Fondo, hecha de modo magistral por José Joaquín Serrano, que he conseguido poner en enlace al final de este trabajo. Hasta las erres, suyas o francesas, me gustaron en su voz. Luego las identifique oídas en Brasil; me gustan aún pues aún las oigo en otras voces. Considero a Rayuela entre las grandes novelas que he leído, y la subo a lo alto, si no en términos absolutos donde coloco a “Los hermanos Karamazov”, la gran obra de mi reverenciado Fiodor Dostoievski; sí en términos relativos, comparada con las escritas en castellano. Dejo al margen de las demás y para siempre a “Don Quijote de la Mancha” por múltiples motivos: no hay y no habrá punto de comparación: espacio y tiempo. Pongo a Rayuela a la altura de otro mito, “Cien años de Soledad”, y la dejo ahí, flotando, tan sólida y tan bien arraigada.

 

 

 

 

Huérfano de padre huido cuando Cortázar tenía seis años, el niño se crio con su madre, su tía, su abuela y su única hermana. Universo femenino que algo específico y positivo aportaría a su modo de ser posterior. A los nueve años escribió su primera novela: muy triste, según el mismo contó; emotivo y llorón se consideraba. Discípulo reconocido de Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, Julio Verne, Edgar Allan Poe…, su estilo de escritor y su sentido de la realidad no coincidieron con el estilo y el sentido de la realidad aceptados, tenidos como académicos. Estuvo al margen, innovando. Cronopios, Famas y Esperanzas; acaso una de sus formas de ver el Mundo. Yo no sé razonar, dijo; yo intuyo, no soy un hombre de ideas, mi terreno es el que roza lo irracional, cualquiera puede ganarme en una discusión. No era lo que creímos que era, porque, laberinto él mismo, era lo que no sabía que era. Por decir algo en ese sentido, diré que Cortázar fue una forma de ser que trataba de extenderse para no ser única, para no ser sola, para comprenderse en los demás. Pero es posible que, con esta definición de Cortázar, no haga yo otra cosa que definirme a mí mismo, y a muchos otros.

Pedía a su escritura, ponía en sus escritos, exigía a sus textos que tuvieran Swing. No poseyó dioses en el cielo, ni fue poseído por ellos; pero Louis Armstrong fue uno de sus dioses terrenales. Apasionado perseguidor, gozador y sufridor del Jazz, maestro del relato corto, metro y 93 de altura, un cigarrillo tras otro, voz de decir verdades; tanto me impresionó Cortázar, la personalidad de Cortázar, que quise buscar su razón de ser en su obra. Leo Rayuela ahora y veo a Cortázar, cámara de cine en ristre, grabando en palabras las cosas diversas: calles irregulares cruzadas por un ciego acompañado por su perro guía; una escalera con escalones de madera que crujen al subir el ciego; la puerta que se abre entre chirridos; paredes con clavo, cuadro, retrato, lentes; el tiempo que pasa y se detiene, la lluvia, el sol, el viento; y las emociones que hacen de los personajes seres vivos. Tanto me impresionó Rayuela, recurrentemente leída, y en ella el personaje real y fantástico de la Maga, que en mi novela Los gozosos amores de Virginia Boinder y Pablo Céspedes, el protagonista, Pablo Céspedes, llama a Amanda, su mujer, la Maga, en memoria de Rayuela.

Relato en esa novela la historia de amor virtual, vía correos electrónicos, de Pablo y Virginia: mera coincidencia los nombres y, acaso, primer punto de contacto entre ambos. Él, escritor y profesor; y ella una alumna diecisiete años menor. Pablo ama a su esposa, dominadora que ha ido perdiendo poco a poco la pasión inicial. Virginia sigue enamorada de su esposo, que poco a poco va desentendiéndose de ella. Pablo y Virginia, excepcionalmente apasionados, se unen para complementar sus matrimonios, salvarlos y darse, juntos, lo que les falta por separado.
El atractivo de la mujer reside en la mente del hombre: dijo Pablo Céspedes en una conferencia. Sobre la esposa dejó escrito “Me casé hace una eternidad larga, y Amanda Meira, la Maga, mi querida esposa, de origen brasileño: mulata según todos los indicios visibles: labios, nariz, ojos y frente; me trajo a la antigua Roma desde la no menos antigua ciudad de Lisboa. A ella me había arrastrado desde la adorada Zaragoza, siguiendo a nuestro hijo Isaac, a la nuera Alba y a los nietos Beatriz y Rodrigo”. Raúl, el hijo soltero, reside en Madrid, aunque recorre todos los cielos y los suelos todos, dedicado al fomento del turismo.
Virginia, la amante, siente por la Maga, esposa verdadera, cierta admiración y unos celos justificados. Virginia, nada más conocerla, escribe de la Maga: Qué feliz me siento! Querido Pablo, espero que estés bien. Pienso en ti cada día y creo que sí, en la conferencia ocultábamos algo… La Maga, je,je; ya me dirás. No me la presentaste, y temía la presentación. Bella, fina y elegante…morena, exótica y atractiva. Y esa mirada suya, tan penetrante…

Aquí pongo algunos fragmentos más: los primeros en portugués, correspondientes al prefacio y al testimonio de un lector brasileño. Luego vienen, en castellano, párrafos del interior de la novela, escrita en castellano, con frases más o menos largas en italiano, francés portugués y catalán:

Do Prefácio: “A relação de casal aqui tratada, se revela real, embora seja virtual; e mostra o poder abrasivo da palavra: Aí destaca o efeito da palavra apaixonada, o brilho do desejo que impregna a palavra. O efeito supera a realidade, porque a imaginação multiplica e potência seu alcance e eficácia. Conhecer a intimidade alheia é um fetiche contemporâneo; basta observar a profusão de diários íntimos e epistolografias publicadas. Entretanto, penetrar na intimidade dos personagens da obra em questão, sondar seus sonhos e fantasias, bem como, ter ciência de suas fraquezas e potencialidades, é a possibilidade de ter uma aula sobre a autenticidade do amor, esse “não querer mais que bem querer”, “contentamento descontente” como cantou Camões.
VirginiaLibre é a residência do casal, “um terreno de liberdade onde cada um se pode expressar, tanto como é, como quanto deseja ser. Livres da “autocensura, sem preconceitos nim reproches”. Neste espaço tão privilegiado, “palpita um sentimento comum de admiração, respeito, desejo, estima, amor, amizade, atração”, E eles se sabem esposos eternos, “de uma eternidade que tem de durar enquanto o amor e o desejo durem”. São desemejantes e o aceitam: Meu campo de investigação é amplísimo, o cosmos em toda sua magnitude. O teu se centra no doméstico, no entorno mais próximo. Abarcas menos, sim; mas o percebes com uma precisão muito maior. Depois, abrindo o objectivo ao máximo, extrapolando e generalizando, chegas onde eu começo. Personalidades dissociadas: Se me dorme o pai e acorda o macho, o amante. Te pões asertiva e sai o maestro a te ensinar.  Sou todos porque tu és todas. És todas porque eu sou todos.
Os amantes são enredados em um jogo de afetos denunciador de carências que demandam satisfação. Pablo ama sua esposa, Amanda Meira, a entranhável Maga: “herdeira de indígenas tupiniquim brasileiros e continuidade da vida. Fortaleza feita da soma inconcreta de debilidades, se sente parte da Natureza que integra de diversos modos: é animal, vegetal e mineral; é fogo e é ar, é o certo e o provável, o palpável e o etéreo […]quatro anos menos que eu e com traços indeléveis de mulata”.
Amanda é uma personagem intrigante. O seu silêncio na obra é ruidoso, especialmente quando sabemos acerca dos traumas de seu passado. A amizade íntima de Amanda com a pulcra Mona Baccio, indica a potência da obra, capaz de abarcar variadas formas de afeto, amizade e companheirismo; num único sentimento de tendência universal. Pablo encontra em Virginia o estímulo amoroso, o desejo forte e a acolhida sexual que não encontra na esposa: Sou tua menina e quero que me ensines a te querer melhor, porque querer-te mais já não posso: tenho enchida a capacidade do meu pequeno grande coração”. (Del Prefácio de la doctora, profesora y poeta Renata Bomfim)

Caro Pedro Sevylla, bom dia. Como vai?
Cheguei agora de manhã à última linha do seu livro. Ainda estou encantado. Com as cartas, com a paixão nelas contida, com o fluxo narrativo, com a incrível força deste romance que precisava ser transferido por você para o papel de forma tão magistral, com esta habilidade que você tem de, a partir de aparentemente corriqueiros e-mails de amor, criar um livro como este que não nos deixa desgrudar os olhos até o fim. Bendita hora em que lhe foi dada esta oportunidade de escrevê-lo. Com o meu parco conhecimento da vida cotidiana espanhola, consegui sem grandes dificuldades entrar na história, vivê-la em toda a sua plenitude. Fiz das páginas de Los gozosos amores de Virginia Boinder y Pablo Céspedes  minha morada nestes últimos dias. Senti como se cada página fosse um cômodo de uma enorme casa e, virando-as, eu entrasse nos cômodos seguintes e descobrisse em cada um, outro novo mundo inserido num mesmo mundo maior que é a integralidade da história. Página por página, saboreei cada carta como se escritas para mim, como se fosse eu o Pablo e a Virginia alguém que tivesse passado pela minha vida e agora se reaproximasse, levando-me a paraísos jamais imaginados.
Na verdade, nem parece que este foi um livro encomendado, tal a sua beleza estrutural e cênica. Penetrando no apaixonado e febril corpo da obra, o leitor será levado ao delírio, ao clímax da leitura, um clímax que permanecerá durante todo o seu desenrolar. E até depois, no descanso da leitura. E na releitura, que sem dúvida valerá a pena. (Carta de Remisson Aniceto, lector, escritor, poeta y editor)
(…)
De: VirginiaLibre A: VirginiaLibre 02/03/10 12:56
Querida niña: Aprendiz yo de demiurgo, así te amasé en el obrador familiar, panadería y pastelería de mi ciudad de Teruel: harina de trigo candeal, huevos de dos yemas de un amarillo tostado, miel de espliego, tomillo y romero; aceite de oliva virgen. Horno del alfarero Gener en la menorquina Ciutadella para dorarte al fuego. Eras un cuerpo de pan tierno con olor a hembra recién cocida. La vida se inició en el agua del mar. En brazos te sumergí en el Mediterráneo, y de él recibiste el don de la vida. Ya eres Virginia, y Virginia es una mujer madura recién nacida. Mi niña, mi querida niña, ya estás en casa, ya te tengo conmigo. Te hice libre para darte la oportunidad de quererme o dejarme. Y los tuyos, tu marido Joan, tus hijos Ricard y Mireia, tu hermana Júlia, Joaquim, tu hermano; nunca sabrán que siendo la misma eres nueva.
13:24
Queridísimo Pablo: Nuestra casa es amplia y luminosa…por fuera y por dentro maravillosa. Estoy muy contenta… Tanto que gritaría Tu nombre a los vientos para qeu lo llevaran allá donde lleguen. Pondré una música que he traído a propósito. Es el dúo de Adán y Eva de “La creación”, oratorio de Haydn. Mi alma grita emocionada y el grito se me hace poema:

Dits entrellaçats,
les nostres boques juntes,
les voluntats foses,
sendera que va i ens porta.

Mar i cel tocant-se en l’horitzó
línia viva de temors i esperances.
La nostra mirada arriba a l’altre costat,
on un nou horitzó s’albira.

Te amo Pablo. Te quiero, y quiero que me digas que me quieres como yo te quiero. Qué bonito me ha salido!!!
(…)
De:VirginiaLibre A:VirginiaLibre 4/3/10 11:13
Ciao, cara; bon giorno. Estamos en nuestra cama grande con olor a lavanda, ese espliego de mi infancia cuyo aroma inconfundible recobro en tu piel. Ahora puedo decirte lo que sentí al tomar tu mano para cruzar el umbral. Enlazamos los dedos con una timidez enfrentada a la osadía. Luego las palmas se abrazaron, se dieron un beso íntimo, intenso, como si se hubieran estado buscando desde la semana de la creación. Sentí una descarga eléctrica de baja intensidad; un calor agradable recorrió todo el cuerpo. Mis ojos vieron en ti una reacción semejante. Unidas las manos iniciamos el recorrido hasta el interior, fue entonces cuando supe que juntos superaríamos todos los obstáculos, esos inconvenientes de la vida que por separado nos harían daño. Una luz que tornaba todo transparente inundó el vestíbulo. El espejo del fondo tuvo la amabilidad de mostrarme el origen de esa luz especial. Procedía de tu sonrisa, la sonrisa ingenua y traviesa, tierna y generosa que mi cerebro lleva grabada a buril junto al hipotálamo. En nuestra cama te ofreciste, pasiva al principio, activa luego. El pelo; me gusta tu nuevo corte, tus cabellos de seda unidos unos a otros en mechón; sueltos, independientes, temblorosos. Descubrí la sensibilidad de la piel bajo el pelo. La piel bajo el pelo esperaba a mis dedos que abrían senderos de dedos. Rutas que se cerraban nada más pasar, guardando la intimidad y el misterio. Teníamos tiempo y lo derrochamos. Mis dedos y tu pelo, mis yemas y la piel bajo tu pelo. Dije tu nombre en un susurro cuando mis labios entraron en acción, cuando se adentraron en el trigal maduro para besarlo, para quererlo, para decirte que puedo amar cada uno de tus cabellos de manera individual, con sus características diferenciadas, con sus cabellos amigos, con su cabello amante del que no se quiere separar. Repetí tu nombre disfrutándolo, saboreándolo, cuando mi nariz y mi boca abrieron surco en tu cabello para recibir tu aroma marino, tu sabor a sal. Tu nombre milenario dije. Dije tu nombre cuando mi cara quería esconderse en tu cabello, y esperar allí, en el juego del escondite, a que tu rostro la buscara celebrando encontrarla. Mis manos, mis dedos, mi boca, mis besos, mi nariz, mi rostro, tomaron posesión de ese territorio selvático dejándolo revuelto. Se quedaron un buen rato, jugaron con tu sensibilidad extrema, con tu sensibilísima sensualidad, hasta que, milagro de tu naturaleza, notaron satisfechos el seísmo provocado, un estremecimiento que tenía allí el epicentro pero te agitaba toda, abriendo una grieta inguinal que no quería cerrarse, derramando fluidos que no podían cesar.
(…)
Amanda, mi esposa querida, me ha dado lecciones de amor siempre; de tolerancia, de comprensión. En ese terreno, y en otros, es magnífica. Hace unos días me invitó a comer Mona para recordármelo. Tiene la vivienda en el rione de Campo Marzio, cerca de Piazza di Spagna. De la Maga, ella prefiere Amanda; de mi indiecita hablamos, y de su personalidad, sencillez compleja, de su capacidad para hacer y conservar amistades, de que se desvive por ayudar a quien sea. Baste decir que tiene invitaciones para pasar unos días en las casas de campo de cuatro amigas. Se sienten muy ofendidas porque no va, pero la perdonan. Mona, la más amiga, habla de la Maga maravillas que ni yo diría. Alabó sus mosaicos hechos a base de piedras de colores y cristalitos, de sus vitrales bucólicos, de las acuarelas llenas de sensibilidad. Y eso que no tiene tiempo, dije, pues lo entrega a los nietos; y a ti, estuve a punto de añadir. Callé que en cuanto me descuido tiende a ponerme a su servicio absorbente. Callé, porque la verdad es que paso el día hablándote y escribiéndote. Mona sabe que no están en mi manera de ser ni la obediencia ni la sumisión. Callé la escasa disposición sexual de mi esposa en la actualidad, que el sexo ya no tiene la misma importancia para ella después de mostrarse muy activa años y años.  ( Los gozosos amores de Virginia Boinder y Pablo Céspedes)

 

Concordia de clases
Poema de Pedro Sevylla de Juana

HIC ET NUNC
Cuerpo de pan y leche, cabeza de bronce:
campanas fundidas
con cañones.
Ah, mi España; mi tierna e impetuosa España
paulatina síntesis atroz de este Planeta,
lugar donde al nacer estuve a punto de morir
y hoy, de impotencia y dolor, acaso muera.

PLANTEAMIENTO
Era jueves, catorce,
cuando
tout à coup, de repente
conocimos el rumor
que aseguraba la posible inmortalidad
de los ricos más ricos;
y supimos que alcanzando en euros
los cien millones
de capital uno o diverso,
Dios había decidido
que los ricos más ricos vivieran
por lo siglos de los siglos.

Sentimos, y hay que destacarlo,
la mayor alegría
de nuestra pobre vida de pobres,
contribuyentes natos y netos
al enriquecimiento creciente y bien crecido
de los contrariados,
permanentemente insatisfechos,
ricos.

Alegría sí, mucha, inenarrable
-ancianos, adultos y niños-
pues, al fin,
nuestro esfuerzo íntegro y constante:
un día después de otro, hora tras hora
dedicado a alimentarnos con lo mínimo
y a enriquecerlos al máximo,
cumplió su elevado objetivo.

Quedaba claro,
no éramos tan inútiles
como nos hizo creer su descaro.

NUDO
Hubo multitud de comentarios
y algunas
especulaciones;
incluso se llegó a pensar en la existencia
de letra pequeña en el acuerdo,
-fruto de la intervención del Demonio,
negociación a dos: Cielo e Infierno-
que añadiera requisitos más difíciles
de cumplir, por ejemplo:
que hubiera un límite hacia arriba,
verbigracia:
y alcanzados los millones
ciento veinte
por el capital del rico
el derecho a la inmortalidad
se perdiera facto ipso.

Imaginando el apresurado
proceso de enriquecimiento
y el parón consiguiente
-las argucias: esas limosnas repentinas
carentes de continuidad,
y la vuelta al crecimiento ya sin prisas
con moderación-
soltábamos la risa.

Parón y limosnas
que no debían ser excesivos,
ya que se trataba de conseguir
la difícil armonía, el equilibrio;
pues si bajaba la fortuna de los cien
millones limpios
la muerte llevaría a los desafortunados
a su cubil estrecho y frio.

Acostumbrados a sufrir
un averno de angustia y zarandeo
en nuestra subsistencia de exiguos;
lamentamos al instante, los pobres,
tan insólita situación, pues en ella vimos
el insufrible tártaro
incrustado en la ansiosa sobrexistencia de los ricos.

DESENLACE
Por si acaso; no fuera a ser
cierto el rumor difundido,
muchos acumuladores, moderando
su extraordinario apetito
adoptaron mi lema:
“Lucha hasta el equilibrio”.

PSdeJ El Escorial 30 de agosto de 2017

Concórdia de classes
Poema e tradução de Pedro Sevylla de Juana

HIC ET NUNC
Corpo de pão e leite, cabeça de bronze:
sinos fundidos
com canhões.
Ah!, minha Espanha ,minha terna e impetuosa Espanha
paulatina síntese atroz deste Planeta,
lugar onde ao nascer estive a ponto de morrer
e talvez morra hoje de dor y de impotência.

EXPOSIÇAO
Era quinta-feira, catorze,
quando
tout à coup, de repente
conhecemos o rumor
que assegurava a possível imortalidade
dos ricos mais ricos;
e soubemos que alcançando em euros
os cem milhões
de capital uno o diverso,
tinha decidido Deus
que os ricos mais ricos viveram
pelos séculos dos séculos.

Sentimos, e há que destacá-lo,
a maior alegria
de nossa pobre vida de pobres,
contribuintes natos e netos
para o enriquecimento crescente e bem crescido
dos contrariados
permanentemente insatisfeitos
ricos.

Alegria sim, muita, inenarrável
-idosos, adultos e meninos-
pois ao fim
nosso esforço íntegro e constante:
um dia apos de outro, hora trás de hora,
dedicado a nos alimentar com o mínimo
e a enriquecê-los ao máximo,
cumpriu seu elevado objetivo.

Ficava claro,
não éramos tão inúteis.
como nos fez crer seu descaro.

CRISE
Houve multidão de comentários
e algumas
especulações;
inclusive se quis pensar na existência
de letra pequena no acordo,
-fruto da intervenção do Demônio,
negociação a dois: Céu e Inferno-
que acrescentasse requisitos mais difíceis
de cumprir, por exemplo:
que tivesse um limite acima,
verbi gratia:
que atingidos os milhões
cento e vinte
pelo capital do rico
o direito à adquirida imortalidade
se perdesse facto ipso.

Imaginando o apressado
processo de enriquecimento
e o freado conseguinte
-os sofismas: essas esmolas repentinas
carenciadas de continuidade,
e a volta ao crescimento já sem correria
com moderação-
soltávamos uma risada muito ativa.

Retenção e esmolas
que não deviam ser excessivos,
já que se tratava de conseguir
a difícil harmonia, o equilíbrio;
pois se a fortuna baixava de cem
milhões limpos
a morte levaria os desafortunados
a seu covil estreito e frio.

Acostumados a sofrer
um averno de angústia e bamboleio
em nossa subsistência de exíguos;
lamentamos ao instante, os pobres,
tão insólita situação, pois nela vimos
o insofrível tártaro
incorporado na ansiosa sobrexistência dos ricos.

DESENLACE
Por se acaso; não fora a ser
verdadeiro
o rumor difundido,
muitos acumuladores, moderando
seu extraordinário apetito
adoptaram o meu lema:
“Luta até o equilíbrio”.

PSdeJ 31 de agosto de 2017

 

 

 

 

Escritos de Cortázar traducidos

Rayuela 7
Escrito de Julio Cortázar

«Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. «

Rayuela 7
Texto de Julio Cortázar
Tradução de Pedro Sevylla de Juana

Toco tua boca, com um dedo toco a borda de tua boca, vou a debuxando como se surgisse de minha mão, como se pela primeira vez tua boca se entreabrira, e me basta fechar os olhos para desfazer todo e recomeçar, faço nascer a cada vez a boca que desejo, a boca que minha mão prefere e te esboça na cara, uma boca selecionada entre todas, com soberana liberdade eleita por mim desenha-la com minha mão na tua cara, e que por uma casualidade que não espero compreender coincide exatamente com a tua boca que sorri por embaixo da que minha mão te pinta.

Me olhas, de perto me olhas, a cada vez mais de perto e então jogamos ao ciclope, nos olhamos a cada vez mais de perto e os olhos se engrandecem, se acercam entre si, se sobrepõem e os ciclopes se olham, respirando confundidos, as bocas se encontram e lutam tibiamente, se mordendo com os lábios, apoiando um pouco a língua nos dentes, jogando em seus recintos onde um ar pesado vai e vem com um perfume velho e um silêncio. Então minhas mãos procuram se afundar em teu cabelo, acariciar lentamente a profundidade de teu cabelo enquanto nos beijamos como se tivéssemos a boca cheia de flores ou de peixes, de movimentos vivos, de fragrância escura. E se nos mordemos a dor é doce, e se nos afogamos num breve e terrível absorver simultâneo do alento, essa instantânea morte é bela. E há uma sozinha saliva e um só sabor de fruta madura, e eu te sinto tremer contra mim como uma lua na água. «
Traduzido por PSdeJ El Escorial 2 de setembro de 2017

 

Ceremonias (Continuidad en los parques)
Texto de Julio Cortázar

«Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi enseguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.»
Texto: Ceremonias Julio Cortázar Seix Barral 1985

 

Cerimônias (Continuidade nos parques)
Texto de Julio Cortázar
Traduzido por Pedro Sevylla de Juana

«Tinha começado a ler a novela uns dias antes. Abandonou-a por negócios urgentes, voltou abrí-la quando regressava em trem à propriedade; se deixava interessar lentamente pela trama, pelo desenho das personagens. Essa tarde, após escrever uma carta a seu apoderado e discutir com o governante uma questão de parcerias voltou ao livro na tranquilidade do estudo que olhava para o parque dos robles. Encostado em seu cadeirão favorito de costas à porta que o tivesse molestado como uma irritante possibilidade de intrusões, deixou que sua mão esquerda acariciasse uma e outra vez o veludo verde e quis ler os últimos capítulos. Sua memória retinha sem esforço os nomes e as imagens dos protagonistas; a ilusão novelesca o ganhou quase em seguida. Gozava do prazer quase perverso de se ir desprendendo linha a linha do que o rodeava, e sentir ao mesmo tempo que sua cabeça descansava comodamente no veludo do alto respaldo, que os cigarros seguiam ao alcance da mão, que para além dos vidros dançava o ar do entardecer baixo os robles. Palavra a palavra, absorvido pela sórdida disjuntiva dos heróis, se deixando ir para as imagens que se marcavam e adquiriam cor e movimento, foi testemunha do último encontro na cabana do monte. Primeiro entrava a mulher, receosa; agora chegava o amante, lastimada a cara pelo chicotaço dum ramo. Admiravelmente estalava ela o sangue com seus beijos, mas ele recusava as caricias, não tinha vindo para repetir as cerimónias de uma paixão secreta, protegida por um mundo de folhas secas e caminhos furtivos. O punhal se entibiava contra seu peito, e embaixo batia a liberdade entocada. Um diálogo anelante corria pelas páginas como um arroio de serpentes, e se sentia que tudo estava decidido desde sempre. Até essas caricias que envolviam o corpo do amante como querendo o reter e dissuadir, desenhavam abominavelmente a figura de outro corpo que era necessário destruir. Nada tinha sido esquecido: coartadas, casualidades, possíveis erros. A partir dessa hora a cada instante tinha seu emprego minuciosamente atribuído. A dupla revisão desapiedada se interrompia um pouco para que uma mão acariciasse uma bochecha. Começava a anoitecer.

Sem olhar-se já, atados rigidamente à tarefa que os esperava, se separaram na porta da cabana. Ela devia seguir pela senda que ia ao norte. Desde a senda oposta ele se voltou um instante para a ver correr com o cabelo solto. Correu a sua vez, se parapeitando nas árvores e as sebes, até distinguir na bruma malva do crepúsculo a alameda que levava à casa. Os cães não deviam ladrar, e não ladrarão. O governador não estaria a essa hora, e não estava. Subiu os três degraus do alpendre e entrou. Desde o sangue galopando em seus ouvidos lhe chegavam as palavras da mulher: primeiro uma sala azul, depois uma galeria, uma escada alfombrada. No alto, duas portas. Ninguém na primeira habitação, ninguém na segunda. A porta do salão, e então o punhal na mão, a luz dos vidros, o alto respaldo de um cadeirão de veludo verde, a cabeça do homem no cadeirão lendo uma novela. »
Traduzido por Pedro Sevylla de Juana, 2 de setembro de 2017

 

 

 

 

No publiqué muchos poemas, pues considero la poesía algo íntimo, dijo Cortázar. Seguramente destinada a unos pocos. Y así es, en términos generales. Sí, la poesía parece estar escrita, solamente para aquellos que se sienten destinatarios.
Será brasilidade mía, no sé, pero en el poema La Patria, encuentro reminiscencias de poetas brasileños, exempli gratia, Gilberto Freire. No sé, lea el lector y juzgue.

Te amo por ceja
Poema de Julio Cortázar

Te amo por ceja, por cabello,
te debato en corredores
blanquísimos
donde se juegan las fuentes de la luz,
te discuto a cada nombre,
te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpagoay cintas
que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma,
que seas precisamente
lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua, considera el agua,
y los leones cuando
se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento
y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres,
ni tampoco con ese pelo
lacio, esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa
donde el vino es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

 

Eu te amo por sobrecelha
Poema de Julio Cortázar
Traduzido por Pedro Sevylla de Juana

Te amo por sobrancelha, por cabelo,
te debato em corredores
branquíssimos
onde se jogam as fontes da luz,
te discuto em cada nome,
te arranco com delicadeza de cicatriz,
vou pondo no teu cabelo cinzas de relâmpago
e fitas
que dormiam na chuva.

Não quero que tenhas uma forma,
que sejas precisamente
o que vem por trás de tua mão,
porque a água, considera a água,
e os leões quando
se dissolvem no açúcar da fábula,
e os gestos, essa arquitetura da nada,
acendendo suas lâmpadas na metade do encontro.

Tudo amanhã é o quadro-negro onde te invento
e te desenho,
cedo a te apagar, assim não és,
nem também não com esse cabelo
escorrido, esse sorriso.

Procuro tua soma, a borda da copa
onde o vinho é também a lua e o espelho,
procuro essa linha que faz tremer a um homem
numa galeria de museu.

Ademais te quero, e faz tempo e frio.

Traduzido por PSdeJ

 

El encubridor
Poema de Julio Cortázar

Ese que sale de su país porque tiene miedo,
no sabe de que,
miedo del queso con ratón,
de la cuerda entre los locos,
de la espuma en la sopa.

Entonces quiere cambiarse como una figurita,
el pelo que antes se alambraba
con gomina y espejo lo suelta en jopo,
se abre la camisa, muda de costumbres,
de vino, de idioma.
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor,
y duerme a pata ancha.
Hasta de estilo cambia,
y tiene amigos que no saben su historia provinciana,
ridícula y casera.

A ratos se pregunta como pudo esperar
todo ese tiempo
para salirse del río sin orillas,
de los cuellos garrote,
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves.

A fojas uno, sí, pero cuidado:
un mismo espejo es todos los espejos,
y el pasaporte dice que naciste y que eres
y cutis color blanco, nariz de dorso recto,
Buenos Aires, septiembre.

Aparte que no olvida,
porque es arte de pocos,
lo que quiso,
esa sopa de estrellas y letras que infatigable comerá
en numerosas mesas de variados hoteles,
la misma sopa, pobre tipo,
hasta que el pescadito intercostal
se plante y diga basta.

O encobridor
Poema de Julio Cortázar
Traduzido por Pedro Sevylla de Juana

Esse que sai de seu país porque tem medo,
não sabe de que,
medo do queijo com rato,
da corda entre os loucos,
da espuma na sopa.

Então quer se mudar como uma figurinha,
o cabelo que dantes se aramava
com gomalina e espelho o solta em cauda,
se abre a camisa, muda de costumes,
de vinho, de idioma.
se dá conta, infeliz, que vai atirando melhor,
e dorme à perna solta.
Até de estilo muda,
e tem amigos que não sabem sua história provinciana,
ridícula e caseira.

Às vezes se pergunta como pôde esperar
todo esse tempo
para sair do rio sem orlas,
dos pescoços garrote,
dos domingos, segundas-feiras, terças, quartas e quintas

A folhas um, se, mas cuidado:
um mesmo espelho é todos os espelhos,
e o passaporte diz que nasceste e que és
e cútis cor branca, nariz de dorso reto,
Buenos Aires, setembro.

Aparte que não esquece,
porque é arte de poucos,
o que quis,
essa sopa de estrelas e letras que infatigável comerá
em numerosas mesas de variados hotéis,
a mesma sopa, pobre tipo,
até que o pescadinho intercostal
fique a pé firme e diga basta.

Traduzido por PSdeJ El Escorial 3 setembro 2017

La Patria
Poema de Julio Cortázar

Esta tierra sobre los ojos,
este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles,
esta noche continua, esta distancia.
Te quiero, país tirado más abajo del mar, pez panza arriba,
pobre sombra de país, lleno de vientos,
de monumentos y espamentos,
de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos,
escupido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas,
repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando
de babas y estupor canchas de fútbol y ringsides.

Pobres negros.

Te estás quemando a fuego lento, y dónde el fuego,
dónde el que come los asados y te tira los huesos.
Malandras, cajetillas, señores y cafishos,
diputados, tilingas de apellido compuesto,
gordas tejiendo en los zaguanes, maestras normales, curas, escribanos,
centroforwards, livianos, Fangio solo, tenientes primeros,
coroneles, generales, marinos, sanidad, carnavales, obispos
bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos,
secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, truco,
contraflor al resto. Y qué carajo,
si la casita era su sueño, si lo mataron en
pelea, si usted lo ve, lo prueba y se lo lleva.

Liquidación forzosa, se remata hasta lo último.

Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía,
te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña
envuelto en la bandera que nos legó Belgrano,
mientras las viejas lloran en el velorio, y anda el mate
con su verde consuelo, lotería del pobre,
y en cada piso hay alguien que nació haciendo discursos
para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos.

Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos,
pobres blancos que viven un carnaval de negros,
qué quiniela, hermanito, en Boedo, en la Boca,
en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera,
en los ranchos que paran la mugre de la pampa,
en las casas blanqueadas del silencio del norte,
en las chapas de zinc donde el frío se frota,
en la Plaza de Mayo donde ronda la muerte trajeada de Mentira.
Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking,
vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga,
tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas,
tango, coraje, puños, viveza y elegancia.

Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado
en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia.
Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo
saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga,
no te metás, qué vachaché, dale que va, paciencia.
La tierra entre los dedos, la basura en los ojos,
ser argentino es estar triste,
ser argentino es estar lejos.
Y no decir: mañana,
porque ya basta con ser flojo ahora.

Tapándome la cara
(el poncho te lo dejo, folklorista infeliz)
me acuerdo de una estrella en pleno campo,
me acuerdo de un amanecer de puna,
de Tilcara de tarde, de Paraná fragante,
de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos
quemando un horizonte de bañados.
Te quiero, país, pañuelo sucio, con tus calles
cubiertas de carteles peronistas, te quiero
sin esperanza y sin perdón, sin vuelta y sin derecho,
nada más que de lejos y amargado y de noche.

A Pátria
Poema de Julio Cortázar
Traduzido por Pedro Sevylla de Juana

Esta terra sobre os olhos,
este pano pegajoso, negro de estrelas impassíveis,
esta noite contínua, esta distância.
Te quero, país empurrado mais abaixo do mar, peixe pança acima,
pobre sombra de país, cheio de ventos,
de monumentos e espaventos,
de orgulho sem objeto, sujeito para assaltos,
cuspido ébrio inofensivo incomodando e sacudindo bandeirinhas,
repartindo rosetas na chuva, salpicando
de babugem e estupor campos de futebol e ringsides.

Pobres pretos

Te estás queimando a fogo lento, e onde o fogo,
onde quem come os asados e te atira os ossos.
Malandras, carteiras, senhores e proxenetas,
deputados, sandios de apelido composto,
gordas tecendo nos saguões, maestras normais, curas, escrivães,
centroforwards, levianos, Fangio sozinho, tenentes primeiros,
coronéis, gerais, marinhos, previdência, carnavais, bispos
danças bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos,
secretarias, subsecretarias, chefes, contra chefes, jogo de truque,
contraflor ao resto. E que caralho,
se a casinha era seu sonho, se o mataram em briga,
se você o vê, o prova e o leva.

Liquidação forçada, se arremata até o último.

Te quero, país arrojado à vereda, caixa de fósforos vazia,
te quero, tacho de lixo que se levam sobre um armão
envolvido na bandeira que nos legou Belgrano,
enquanto as velhas choram no velório, e anda o mate
com seu verde consolo, loteria do pobre,
e na cada andar há alguém que nasceu fazendo discursos
para algum outro que nasceu para os escutar e se pelar as mãos.

Pobres negros que juntam as vontades de ser brancos,
pobres alvos que vivem um carnaval de negros,
que totóbola, irmãozinho, em Boedo, na Boca,
em Palermo e Barracas, nas pontes, afora,
nos ranchos que param o óxido da pampa,
nas casas branqueadas do silêncio do norte,
nas chapas de zinco onde o frio se esfrega,
na praça de Maio onde ronda a morte elegante de Mentira.

Te quero, país nu que sonha com um smoking,
vice-campeão do mundo em qualquer coisa, no que saia,
terceira posição, energia nuclear, justicialismo, vacas,
tango, coragem, punhos, viveza e elegância.
Tão triste no mais fundo do grito, tão golpeado
no melhor da farra, tão vistoso à hora da autópsia.
Mas quero-te, país de varro, e outros te querem, e algo
sairá deste sentir. Hoje é distância, fuga,
não te metás, que vachaché, lhe dá que vai, paciência.
A terra entre os dedos, o lixo nos olhos,
ser argentino é estar triste,
ser argentino é estar longe.
E não dizer: amanhã,
porque já basta com ser frouxo agora.

Cobrindo-me a cara
(o poncho te deixo, folclorista infeliz)
me lembro duma estrela em pleno campo,
me lembro dum amanhecer de puna,
de Tilcara de tarde, de Paraná fragrante,
de Tupungato arisca, de um voo de flamingos
queimando um horizonte de banhados.
Te quero, país, lenço sujo, com tuas ruas
cobertas de cartazes peronistas, te quero-
sem esperança e sem perdão, sem volta e sem direito,
somente que de longe e amargurado e de noite.

Traduzido por PSdeJ, El Escorial 3 de setembro de 2017

 

 

 

 

 De la Biblioteca Virtual Julio Cortázar

 

Oí decir al autor, que tiempo después de terminar Rayuela, intuyó, creyó, vio, supo y aceptó, que el cuento sobre el saxofonista Charlie Parker, titulado “El perseguidor”, era un precedente de la extraordinaria novela, su precursor. Muchos de los elementos utilizados en el cuento sirvieron luego para la elaborar Rayuela. Johnny Carter, nombre del músico en el cuento, fue acaso el germen del personaje Oliveira. Yo conozco, por propia experiencia, ese proceso creativo de echar mano, de modo más o menos consciente, de lo aprendido en toda la escritura anterior. Además, está el juego, del todo voluntario, de evolucionar a los personajes que nacieron antes en otros textos. La escritura es un acto progresivo, y lo es en todos los sentidos. Gracias a eso, lo posterior mejora lo anterior. No siempre, lo sé. Pero en Cortázar, su exigencia de cohesión, esa forma personal de entender el objeto de la escritura en cada escrito, le llevaban, aunque con algún esfuerzo, a ascender a progresar al margen del resto. Pretendía Cortázar, si es que pretendía algo al escribir Rayuela, activar al lector. En ese activar, estaba el hecho insólito de encargarle concebir el argumento de la novela, un argumento individual, que en cada lector podía ser distinto. Empeño loable pero arriesgado. Aunque para saber si constituyó un acierto el empeño, basta con ver la trayectoria que siguió la novela a través del tiempo.

 

Cronología de Rayuela

1949 Primer viaje de Julio Cortázar a París con estancia de cuatro semanas. De este periodo data su relación con la argentino-alemana, de origen judío, Edith Aron, principal fuente de inspiración para el futuro personaje de la Maga.
1955 Escribe el cuento «El perseguidor», que se integrará luego en el libro Las armas secretas (1959), y que muchos críticos y el propio Cortázar consideran la semilla de Rayuela.
1959 Una de las primeras alusiones, en carta a un amigo (Jean Barnabé), a la redacción de Rayuela: «Será algo así como una anti-novela, la tentación de romper los moldes en que se petrifica este género. A partir de ese momento, y hasta casi su conclusión, se referirá a ella con el título de Mandala.
1959-1962 Redacción de Rayuela en París y algunos capítulos en Viena.
1963 Primera edición de Rayuela en la Editorial Sudamericana de Buenos Aires a cargo del editor Francisco Porrúa.
1964 Rayuela recibe el Premio Kennedy junto con Bomarzo de Mújica Láinez. Queda finalista en el Premio Formentor.

1966 Traducción al francés por Laure Guille-Bataillon y François Basset con el título de Marelle, Editions Gallimard. Traducción al inglés por Gregory Rabassa en Pantheon Books con el título de Hopscotch.
1967 La traducción de Rayuela al inglés recibe el Nacional Book Award en Estados Unidos.
1968 Separación de su primera esposa Aurora Bernárdez y comienzo de la relación con la ucraniana Ugné Karvelis que se convertirá en su agente y a quien algunos atribuyen la difusión internacional de Rayuela a través de las traducciones que gestionó.
Publicación de la novela 62 Modelo para armar, título que alude al capítulo 62 de Rayuela.
1969 Traducción al italiano en Einaudi con el título de Il gioco del mondo, por Flaviana Nicoletti Rossini.
Edición cubana en Casa de las Américas.
1970 Traducción al portugués por Fernando de Castro Ferro para la editorial Cicilizaçao Brasileira de Río de Janeiro con el título de O Jôgo da Amarelinha.

1979 Edición mexicana en Procurexa
1980 Edición de Jaime Alazraki para la Biblioteca Ayacucho de Caracas.
1981 Traducción al alemán con el título Himmel-und-Hölle por Fritz Rudolf Fries en la editorial Schurkamp.
1983 Ana María Barrenechea publica Cuaderno de bitácora de Rayuela con textos inéditos de la novela.
1984 Edición anotada por Andrés Amorós en Cátedra, Madrid.

1987 Edición colombiana en La oveja negra.
1991 Edición crítica, basada en los originales conservados en la universidad de Austin (Texas), coordinada por Julio Ortega y Saúl Yurkievich para la colección Archivos, París.
1996 Edición en la Biblioteca Cortázar de la Editorial Alfaguara.
1997 El fotógrafo Héctor Zampaglione publica en Lunwerg El París de Rayuela. Homenaje a Cortázar donde ilustra con imágenes algunos de los lugares parisinos mencionados en la novela.
2003 Los 40 años de Rayuela. Celebración de Julio Cortázar. Congreso celebrado en Casa de América de Madrid.
2007 Edith Aron, modelo de la Maga, publica en Belacqua 55 rayuelas, una colección de ensayos y relatos cortos que desde el mismo título rinde homenaje a la gran novela de Cortázar.

https://paris.rutascervantes.es/ruta/rayuela/cronologia

 

 

Albert Lladó entrevista a Miguel Herráez: “Cortázar Permanece”

Alguien dijo que los verdaderos clásicos son aquellos autores que copian lo que aún no está escrito. Y, además, siempre vuelven. En el caso de  Julio Cortázar eso se convierte en casi literal, después de que su viuda Aurora Bernárdez, y el especialista Carles Álvarez, descubrieran un baúl lleno de textos inéditos. Primero, de ese tesoro escondido nació  Papeles inesperados . Después salió a la luz  Cartas a los Jonquières , ambos editados por Alfaguara.
En Julio Cortázar, como en todos los grandes, hay mucho de mito, y más cuando hablamos de un escritor que entendía la realidad como una fantasía maravillosa, de un autor enamorado de la ciudad y sus rincones, o de un intelectual que, sin dejarse llevar por los dogmatismos más evidentes, quiso apoyar y apoyó las revoluciones de su tierra natal. Por ello, para comprender un poco mejor a este enorme «cronopio», entrevistamos al catedrático Miguel Herráez, que acaba de publicar, en la editorial Alrevés,  Julio Cortázar, una biografía revisada .

Estamos ante una biografía que ya publicó bajo el nombre de El otro lado de las cosas. ¿Qué nuevos datos encontraremos de la vida de Julio Cortázar?
He incorporado algunas anécdotas, datos, que me han facilitado Aurora Bernárdez, el profesor Joaquín Marco, el escritor Félix Grande o Alejandra H. Birgin, que es la directora del pabellón argentino de la Cité Internationale Universitaire de París, en el que se hospedó Cortázar en el año 51. Como indica el título, es una revisión con todas sus implicaciones, yendo de la primera a la última página. He añadido, además, un prólogo que escribí en mi última estadía en París. Me impresiona lo que me contó Félix Grande, amigo de Cortázar. Tras la muerte de Carol Dunlop, cuando viajaba a Madrid y cenaba en casa de Grande, le pedía que pusiera también cubiertos y plato para Carol.

Una anécdota que nos gusta escuchar a los barceloneses es el recuerdo que le quedó del Parque Güell, y que usted explica en el libro.
Sí, es así. Eso, lo de las mayólicas y toda esa presencia que le quedó de Gaudí en un plano subcortical desde sus paseos de niño por el Parque Güell, se lo explicó Cortázar a Joaquín Soler Serrano en una larga entrevista. Barcelona es una ciudad moderna, nada descubro con esta afirmación. Me consta que a Cortázar le gustaba Barcelona. En cierta ocasión, en pleno franquismo, hizo escala y se le antojó lúgubre, pero no tanto la ciudad cuanto sus gobernantes. No podía ser de otro modo, dado que el franquismo era tremendamente lúgubre.

Su padre se marchó de casa cuando él tenía seis años. Eso hizo que se criara en un mundo de mujeres.
Un auténtico matriarcado compuesto por su madre, su abuela, su tía y su hermana. Eso es observable en relatos suyos, lo que significa la desaparición del padre de familia. Recordemos la rebelión del joven personaje de «El otro cielo», alguien que fuma cigarrillos rubios pese a que su padre le ha vaticinado que por eso se quedará ciego. Es curioso, en ese sentido, como parte de esas mujeres (tía, hermana y madre del escritor) se casaron con los vecinos de la casa pareja de Banfield. Cada una con cada uno de los tres hijos del militar retirado Rudecindo Pereyra Brizuela.

A los nueve años escribió su primera novela.
Él mismo lo contó. Una novela lacrimógena, repleta de lances y de gestos románticos. Por supuesto que no es más que una anécdota. De cualquier modo, los inicios de Cortázar (algo que se mantuvo a lo largo de su vida, si bien con carácter inédito desde finales de los años cuarenta) fueron poéticos. Tuvo un período de arranque «mallarmeano», aunque él sugería que se encontraba más próximo de Rimbaud. Su producción poemática se recoge en Salvo el crepúsculo. Particularmente pienso que el mejor poeta cortazariano se encuentra sumergido en el narrador cortazariano. Sabido es que Cortázar fue muy precoz en el terreno de la creación, pero no en el de la edición.

La temprana muerte, con tan sólo un año de diferencia, de tres seres muy queridos por él (sus amigos Alfredo Mariscal y «Monito», y su cuñado Sadí Pereyra) le impactaron enormemente. ¿Cómo afectó a su obra posterior?
Las muertes de sus dos amigos y de su cuñado Sadí, que era tercer amigo, le produjeron, como no podía ser de otro modo, una gran conmoción. La presencia de la muerte en la obra de Cortázar es recurrente. En algún momento confesó que el descubrimiento de la muerte siendo niño significó la mayor de las angustias. Hay cartas de Cortázar de los años 1941 y 1942 dirigidas a Mercedes Arias, profesora de inglés en San Carlos de Bolívar, en las que da cuenta de su impacto emocional por esas pérdidas.

Julio Cortázar pasó, como maestro, cinco años en Chivilcoy. Poco se conoce de aquella época.
De los períodos de San Carlos de Bolívar y de Chivilcoy sí es cierto que Cortázar, con el tiempo, los dejó caer, quedaron minimizados, pero sí existen testimonios ajenos. Del tiempo que va desde Bolívar a Mendoza, podemos citar a Emilio Fernández Cicco, Nicolás Cócaro, José María Grande, Cecilia Noriega, Jaime Correas y otros más que han realizado aproximaciones. En concreto, además, hay que decir que Cortázar desarrolló importantes participaciones en sucesos culturales, desde conferencias y lecturas poéticas o implicaciones en jurados pictóricos y literarios. El tiempo de Bolívar fue, de otro lado, para él un tiempo de lecturas formidable.

Pese a que no tenía título universitario, recibió la oferta de impartir clases en la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza. Pero allí, seguramente, comienza su recelo con el mundo académico…
Recibió la oferta de la UNC y la aceptó. Llegó con mucha ilusión, pero poco a poco ésta se fue deshilachando. En mi libro incorporo el testimonio que me facilitó una alumna suya, Dolly Lucero Ontiveros. En realidad, cuando Cortázar sale de Chivilcoy hacia Mendoza ya le sigue una cierta crispación por mantenerse en un orden nada proclive al peronismo. Finalmente, regresará a Buenos Aires, tiempo en el que trabajó en la Cámara Argentina del Libro.

No veía con buenos ojos el populismo del peronismo…
No podía ver con buenos ojos el populismo peronista, de ninguna manera. En términos de sensibilidad política, el Cortázar de finales de los cuarenta responde al estereotipo individualista, incluso solipsista. La oratoria filofascista del peronismo, con sus soflamas, sus altavoces, sus manifestaciones y su demagogia, no cabían en su concepción del mundo.

En 1947, publica el cuento «Casa tomada» en la revista Los Anales de Buenos Aires, de la que Jorge Luis Borges era su secretario. Mucho se ha hablado de la relación entre ambos. ¿Cómo era, realmente?
Por parte de Cortázar siempre fue una relación de respeto. También de inicial agradecimiento por la aceptación de su cuento «Casa tomada» (aun con la ilustración que realizó para él la hermana de Borges, Norah), que marca el origen formal de Cortázar como escritor de relatos. Se ha dicho que Cortázar le negó el saludo a Borges en un encuentro en el Museo del Prado, pero Aurora Bernárdez me ha confirmado que no fue así. Borges, sin embargo, si ironizó en alguna ocasión (en una conferencia en la Córdoba austral) sobre la ideología comunista de Cortázar, cosa que era falsa, pues Cortázar no era comunista.

Fue en el invierno de 1950 cuando realiza su primer viaje a París. En el barco se encuentra a Edith Arón, mujer que después le serviría de inspiración para el personaje de la Maga. ¿Qué vio en ella?
La Maga es una abstracción, nadie en concreto. Si queremos, por ese deseo que tenemos los lectores de sintonizar ficción con realidad, Edith Aron sería, sí, una presencia causal desde ese encuentro con Cortázar en el barco que lo llevó a París en ese primer viaje y luego espontáneamente en alguien con quien se cruzó azarosamente en las calles parisinas. La Maga es el resultado de muchas mujeres. Si uno se acerca a la tumba de Cortázar en Montparnasse es muy posible que se tope con cartas firmadas por varias «Magas» dirigidas a Cortázar. Cuando Truman Capote publicó Breakfast at Tiffany´s muchas mujeres dijeron que eran Holly Golightly, cuando sabemos que Holly en verdad es el propio Capote.

Sin embargo, poco después se casaría con Aurora Bernárdez. Ahora, ella, junto al especialista catalán Carles Álvarez, está publicando los «papeles inesperados» que Cortázar no quiso editar en vida. ¿Qué le parece que vean la luz los textos que el autor quiso desechar?
Aurora Bernárdez es la albacea universal de la obra de Julio Cortázar, además de que fue su primera mujer (una mujer muy importante en su vida) y quien lo asistió cuando la leucemia empezó a minarlo. Si ella considera oportuno rescatar textos y darlos a la luz, me parece muy bien.

En 1963 inicia su primer viaje a Cuba. ¿Qué pensaba Cortázar de la revolución?
Cortázar no tenía un planteamiento a priori del hecho revolucionario en Cuba. Su toma de posición, todo lo que conllevó la asunción del castrismo con sus implicaciones obedece, es fruto de su contacto con los cubanos desde ese primer viaje. Partamos de la consideración de que Cuba se ha deshecho de la dictadura de Batista y que Cortázar abomina de los regímenes autoritarios, pero recordemos que aún no se ha producido la sovietización al cien por cien del régimen.

Firmó la primera carta en contra de la detención de Heberto Padilla, pero no la segunda, redactada en casa de Vargas Llosa.
No la firmó, es cierto. Debo decir que es algo que no comprendo, aunque sí entiendo. No comprendo, sabiendo quién era Cortázar y sus desvelos a partir de los años sesenta por enjuiciar el siniestro autoritarismo imperante en los países del llamado Cono Sur (los gobiernos de Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia…). Pero entiendo que él buscara dar un margen de reconsideración al régimen de Castro por ver si, desapareciendo el bloqueo estadounidense, el gobierno de la isla abogaba por el sistema democrático.

Volvamos a París. En 1963 se publica Rayuela, y el escritor argentino, muy desconocido en Europa hasta ese momento, en poco tiempo pasa a ser un referente. ¿Cómo transformó ello su carrera?
Julio Cortázar es un referente semisecreto entre los argentinos, especialmente entre los escritores argentinos, a partir de 1951, fecha en la que se publica Bestiario y año en el que se instala en París. A los seis o siete años de esa edición, el libro no le renta prácticamente nada de dinero. La labor – labor extraordinaria, de fino instinto, de gran editor – de Francisco Porrúa es encomiable, pues, pese a que el nombre de Cortázar no se traduce en beneficios para Sudamericana, decide seguir apoyándolo. Ahí hay que enmarcar la publicación de Rayuela. De cualquier modo, Rayuela no sitúa inmediatamente a Cortázar en Europa, mucho menos en España. Habrá que esperar. Cuando cristalice, primero en América Latina y luego acá, eso supondrá un cambio enorme. Se inicia lo que denomino la segunda vida de Cortázar. Se pasa del Cortázar que vive en su kibutz con Aurora y los íntimos amigos, desde Saúl Yurkievich hasta Julio Silva, al Julio Cortázar público, el Cortázar de la fotografía de Sara Facio con el cigarrillo en los labios. Además, a ese período le corresponde su gradual vinculación política, su respaldo del castrismo.

Después de una crisis matrimonial, se une a su agente, Ugné Karvelis.
Así es. Crisis matrimonial que se convirtió en posterior divorcio y en boda, tras alejarse de Karvelis, con Carol Dunlop.

En sus últimos años, Cortázar se quejaba que sus múltiples compromisos con Latinoamérica le dejaban poco tiempo para escribir.
Él se quejaba, pero no por su participación en foros, encuentros, sesiones del Tribunal Bertrand Russell, que velaran acerca de la salvaguardia de los derechos humanos, sino por el tiempo libre que sólo tenía para escribir cuentos en un avión, en un hotel o en su casa de la rue Martel. Él interpretaba que una novela posee un nivel de exigencia de trabajo casi diario, aunque nunca aceptó ni siguió la rutina de escritura como mantenían y mantienen, por ejemplo, sus amigos Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez. Cortázar siempre defendió la desmecanización creativa hasta la fase, esa sí, que requiere unificar, cohesionar, vertebrar el texto. Es verdad que uno de sus compromisos más absorbentes de los últimos años fue Nicaragua.

En 1977 conoce a Carol Dunlop y escriben a cuatro manos Los autonautas de la cosmopista. Pero, pese a que era mucho más joven que él, muere en 1982. ¿Cómo afectó esta pérdida al escrito argentino?
La muerte de ella a causa de una mielitis imposibilitó que llegase a ver el libro impreso. Le afectó, como es lógico, de una manera trágica. No hay más que leer el posfacio de Los autonautas de la cosmopista o la carta que Cortázar le escribe a su madre a raíz de la muerte de Carol, carta en la que le dice «Carol se me fue como un hilito de agua entre los dedos».

Dos años después, es él quien muere por culpa de una leucemia. Su tumba, en el cementerio de Montparnasse, y con una escultura de su amigo Julio Silva, se ha convertido en un centro de peregrinaje de sus lectores.
Eso ya forma parte de las mitomanías. La tumba suya, en cuyo diseño participaron sus amigos Julio Silva y Luis Tomasello, es en efecto una especie de punto de encuentro constante de lectores suyos. Lectores que le escriben en el mármol notas cariñosas, le dejan tickets de metro, billetes de avión, algún poema, florecitas, mate. Pero sobre todo le dejan mensajes de agradecimiento por su obra y por su vida.

Para acabar, ¿cree que Julio Cortázar será releído por las nuevas generaciones?
No tengo ninguna duda. Cortázar permanece. Cuando tradujeron la primera edición de este libro al ruso para la editorial Azbooka de San Peterburgo, su traductora, Alina Borisova, cada semana me mandaba por correo electrónico aquellas palabras o expresiones que le resultaban extrañas (del tipo, por ejemplo, «durazno» o «las locas de la Plaza de Mayo»). En una de las ocasiones, le pregunté si ella sabía qué significaba el término «cronopio» y me respondió que, por supuesto, lo sabía. Me dijo: «Rusia está llena de cronopios». Estoy convencido de que hay quien dice «cronopio» o dice «kafkiano» sin haber leído a Cortázar ni a Kafka, pero saben qué esconden esas palabras. Cuando un autor logra penetrar así en el tejido social, significa que nos hallamos ante un clásico.

https://www.lavanguardia.com/libros/20110322/54131245300/miguel-herraez-cortazar-permanece.html

Miguel Herráez (Valencia, 1957), doctor en Filología Española, es catedrático de Literatura Española en la UCH de Valencia. En los últimos años ha sido investigador invitado en la École Normale Supérieure (París), donde ha estudiado los imaginarios parisinos y su traslación a la obra de escritores latinoamericanos y españoles. Ha publicado novelas, ensayos, dietarios y cuentos. Experto en Julio Cortázar, suyos son ‘Julio Cortázar, una biografía revisada’, ‘Dos ciudades en Julio Cortázar’ y ‘París en Julio Cortázar’. Sus últimos libros son ‘Diario de París con 26 notas a pie’ y la novela ‘La vida celular’. Títulos suyos han sido traducidos al ruso, francés, portugués e italiano.

 

 

 

 

Aurora Bernárdez y Miguel Herráez Foto de Carlos Martínez

 

La Rayuela de Aurora Bernárdez (Revista de Letras)
Por Miguel Herráez

Sé que cada tarde Aurora Bernárdez leía Le Monde en su casa del distrito quince, que es el más grande de París. Salía a la calle, daba un paseo (una tarde me la tropecé por Montparnasse, que es el arrondissement catorce) y lo compraba. Era un rito cotidiano, me comentó en más de una ocasión, que la ayudaba a mantener un cierto orden, su vínculo con el entorno, su orden vital. Lo hacía -lo leía- en un silloncito de cretona y de espaldas a uno de los ventanales que daban al patio de los tres árboles leñosos que tanto le gustaban, bajo aquella claraboya donde, si llovía, las gotas golpeaban insistentes e insistentes e insistentes, aunque no las oyeras, sólo veías cómo reventaban contra el vidrio. Si dejabas de charlar un instante, quizá porque Aurora se levantaba e iba a la habitación contigua (área mítica donde Julio Cortázar escribió Rayuela) por un libro o unas fotografías o un recorte de prensa que te quería mostrar, te zumbaban los oídos, llegabas a escuchar entonces, en ese lapso, el zumbido de tus propios oídos. Y es que en esa vivienda de la place du Général Beuret, a la que he acudido tantas veces, lo primero que uno percibía, apenas trepabas la escalerita de madera de color hueso, era el silencio. Precisamente -lo cuenta Aurora en este libro inesquivable para saber no sólo sobre ella sino también acerca de Cortázar– era uno de los aspectos que más preocupaban al escritor cuando se mudaban de domicilio. La nueva vivienda debía hallarse protegida de los ruidos exteriores, de los bocinazos de los coches o de los gritos de la gente. Sus dos residencias legendarias en París, la de la place du Général Beuret (rive gauche), que compartió con Aurora, y la de la rue Martel (rive droite), que compartió con Carol Dunlop, cumplían esa condición.

El libro de Aurora es un texto misceláneo que se lee al principio con cierta prudencia (y sorpresa, debo decirlo, ¿un volumen de Aurora Bernárdez?) por lo valioso de su interior, una trama que integra desde poemas a cuentos, reflexiones, y una larga y muy rica conversación con Philippe Fénelon, pero que, conforme avanzas en él, decides sorberlo de un solo trago. Aurora era una gran intelectual, además de una extraordinaria traductora (Calvino, Sartre, Durrell, entre otros muchos), aunque no se le notaba. Era muy hábil para desprenderse, y en la propia conversación con Fénelon se aprecia, de cualquier gesto petulante. Sabía pinchar rápidamente con un simple comentario y una carcajada desacralizadora, si percibía que las palabras (sus palabras) se teñían de apariencia, la burbuja de su ego. Eso no lo sabemos hacer todos. Aprovecho para señalar que ya es hora, y sirva como palanca este título, de reivindicar la obra de las autoras del Boom que quedaron escondidas por los nombres de ellos.

Este es un libro lleno de señales luminosas. Señales sobre la literatura, sobre la vida y señales también, claro está, sobre Cortázar, su pareja desde los años porteños. Por sus imágenes y sus diálogos, observamos el Buenos Aires de su infancia, su familia, los años universitarios en la UBA, los ecos de la guerra civil española que tanto angustió a gran parte de la sociedad argentina (a su propia familia), la lectura de “Casa tomada” y su primera cita, a través de una amiga, con el autor de ese relato en el Richmond (hoy ya clausurado, una desaparición más, como apuntaría Aurora sin nostalgia, ya que ella nunca fue una mujer nostálgica) de la calle Florida, el brillo lejano de Europa, la llegada a París en medio de una ventisca en diciembre de 1952, Italia a mediados de los años sesenta y la traducción de los cuentos de Edgar Allan Poe que le encargaron a Cortázar y en la que ella colaboró, los viajes como traductora contratada por la UNESCO, sus filósofos preferidos, su momentáneo regreso a la Argentina y las dificultades para salir de ella y volver a París ya con Videla aupado en el siniestro trono. Poco antes, la dolorosa separación del escritor a mediados de los años sesenta. No obstante, cabe que recordar que, tras la muerte de Carol Dunlop, segunda esposa de Cortázar, y con la leucemia mieloide crónica cercándole a él, Aurora fue quien se ocupó hasta la muerte del escritor. También, como albacea testamentaria que era, organizó con el apoyo de la agencia de Carmen Balcells la cuestión de los derechos de autor de toda la obra cortazariana hasta esa fecha (1984), según me dijo en algún momento, en una situación absolutamente caótica y deshilachada.

No es por su naturaleza un volumen de historias o de recuerdos rescatados siguiendo una vertebración, pero sí es un espacio de la memoria. Ella nunca buscó protagonismo, pudiéndolo reclamar con autoridad si hubiese querido. Aurora no solía conceder en general entrevistas a la prensa, sí trataba con las personas interesadas en hablar con ella, básicamente por lo que representaba como compañera por más de dos decenios de Cortázar y la fuente de información que significaba; apoyaba cualquier suceso relacionado con la obra de Cortázar, aunque siempre permaneciendo en un discreto y velado plano. Recibía en su casa sin excesivos filtros. Yo mismo logré ese acceso con una simple carta, sin recurrir a enlaces como Luis Tomasello o Julio Silva o Félix Grande, a quienes ya había tratado para la escritura de mi libro sobre Cortázar. Tampoco era alguien que se publicitara y organizara ágapes para desconocidos. Era muy amiga de sus amigos y se movía bien en soledad.

Por eso, con estos escritos nunca pretendió sistematizar una autobiografía. Los textos recogidos en este volumen fueron articulados de una manera aleatoria, aquí sí seguía el patrón de Cortázar, quien, como es sabido, nunca se autoimpuso como escritor un horario laboral: tomaba notas acá y allá, en un aeropuerto, en un café, en un vagón de la línea 12 del métro, para luego refundirlas. Algo semejante a lo que hizo ella. Este libro es más bien un mosaico de vivencias creativas y testimoniales, un juego de estructuras literarias que toca con suavidad distintos géneros; se trata, y sé que la referencia es facilona, de una atractiva rayuela. De otra rayuela muy recomendable.
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Miguel Herráez (Valencia, 1957), doctor en Filología Española, es catedrático de Literatura Española en la UCH de Valencia. En los últimos años ha sido investigador invitado en la École Normale Supérieure (París), donde ha estudiado los imaginarios parisinos y su traslación a la obra de escritores latinoamericanos y españoles. Ha publicado novelas, ensayos, dietarios y cuentos. Experto en Julio Cortázar, suyos son ‘Julio Cortázar, una biografía revisada’, ‘Dos ciudades en Julio Cortázar’ y ‘París en Julio Cortázar’. Sus últimos libros son ‘Diario de París con 26 notas a pie’ y la novela ‘La vida celular’. Títulos suyos han sido traducidos al ruso, francés, portugués e italiano.

 

 

 

 Aurora Bernárdez y Julio Cortázar

Aurora Bernárdez, el gran amor de Cortázar y la guardiana de su legado (Redacción Perfil)
Por Darío Silva

Cómo fue la relación entre el escritor y una de las mujeres más importantes de su vida.

Todo lo que pasó con Julio Cortázar como escritor, tras su muerte en 1984, tiene que ver con esta mujer pequeña y sonriente, fallecida hoy en París a los 94 años. Antes de esto, Aurora Bernárdez fue el gran amor de la vida del escritor, aunque éste estuviera en pareja en otras dos ocasiones tras su divorcio. “La perfecta complicidad, la secreta inteligencia que parecía unirlos era algo que yo admiraba y envidiaba en la pareja tanto como su simpatía, su compromiso con la literatura y su generosidad para con todo el mundo”, recordó el escritor peruano Mario Vargas Llosa sobre la pareja.

Aurora Bernárdez tradujo desde el francés, el inglés y el italiano al español a autores como Gustave Flaubert, William Faulkner, Vladimir Nabokov, Ray Bradbury, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Paul Bowles, Lawrence Durrell, Italo Calvino y Albert Camus. Aunque todos sabían que no era la “Maga”, sí fue la otra Maga, la auténtica, la que impulsó a Cortázar a escribir “Rayuela”, la que siguió siendo su amiga después de dejar de ser su mujer, y estuvo junto a él en su lecho de muerte y luego se convirtió en su albacea literaria, guardiana de toda su obra.
Nacida en Buenos Aires, el 23 de febrero de 1920, de padres gallegos, Bernárdez estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA), se graduó de licenciada en Literatura y una tarde de 1948 conoció a Cortázar a través de su amiga, también escritora, Inés Malinow, que relató así el encuentro: “Yo lo conocí por esa época. Salimos un par de veces a tomar café y hablar de literatura. Aurora Bernárdez era mi amiga, le comenté y quiso conocerlo. Así, una tarde, en el café Boston, la cité a ella, a Julio y al escritor Pérez Zelaschi y se conocieron. Después ellos empezaron a tratarse. Todavía Julio era un desconocido”. Esa joven de “nariz respingadísima”, como la describió el propio Cortázar, encontró muchas afinidades intelectuales con el escritor desgarbado que pronunciaba mal las erres, y ambos establecieron un vínculo indestructible, a pesar de los vaivenes de la vida.

La relación se afianzó en 1952, cuando ambos abandonaron Buenos Aires para instalarse modestamente en París: “Comíamos kilos de papas fritas, hacíamos los bifes casi clandestinamente porque en la pieza del hotel no había cocina, ni se nos autorizaba cocinar, abríamos la ventana del cuarto para que no humeara tanto”, recordaría ella más tarde, ya separados”, recordó años más tarde. “En la UNESCO les llegaron a ofrecer un trabajo permanente, lo que era una lotería, pero lo rechazaron porque decían que necesitaban mucho tiempo para leer y escribir. A los funcionarios de la UNESCO les provocó casi un infarto”, relató Vargas Llosa.
Contrajeron matrimonio civil, el 22 de agosto de 1953, en el barrio parisino de la Mairie. Quienes los conocieron por aquellos primeros años han recordado en muchas ocasiones una pareja encantadora, niños sabios y eruditos, curtidos en las más gloriosas artes de la conversación literaria. “Hasta la última vez que los vi juntos, en 1967, en Grecia”, cuenta Vargas Llosa, “nunca dejó de maravillarme el espectáculo que significaba oír conversar y ver a Aurora y a Julio en tándem. Todos los demás parecíamos sobrar”.

A fines de los años ‘50 vivieron en un departamento de la Rue Pierre Leroux, donde Cortázar empezó a escribir “Rayuela”. Posteriormente, el escritor consiguió un suculento contrato para traducir las obras completas de Edgar Allan Poe para la universidad de Puerto Rico, un trabajo en el que Aurora colaboró y que está considerado por los críticos como la mejor traducción del escritor estadounidense. Con los 15.000 pesos que le pagaron, Cortázar compró un viejo galpón en París para vivir.
“Todo lo que decían era inteligente, culto, divertido, vital”, dijo Vargas Llosa sobre el matrimonio. “Muchas veces pensé: ‘No pueden ser siempre así. Esas conversaciones las ensayan en su casa, para deslumbrar luego a los interlocutores con las anécdotas inusitadas, las citas brillantísimas y esas bromas que, en el momento oportuno, descargan el clima intelectual”, agregó.

Cuando terminó de escribir «Rayuela» (1962), Cortázar escribió a Paco Porrúa, director literario de Editorial Sudamericana: “El libro tiene un sólo lector: Aurora. Su opinión del libro puedo quizá resumírtela si te digo que se echó a llorar cuando llegó al final”.
En lo más alto de la felicidad personal, la pareja Cortázar – Aurora viajó a Cuba en 1963. Cortázar volvió a París convertido en un escritor bastante próximo al castrismo y una cierta izquierda hispanoamericana. Aurora volvió horrorizada: no deseó volver nunca a La Habana. Por motivos económicos se trasladaron a Florencia y luego a Roma, donde la vida diaria se les hacía menos cara, para regresar a París un año más tarde.

La separación definitiva de la pareja puso fin a una historia maravillosa, que Aurora Bernardez vivió en relativa soledad, luego de que él le fuera infiel. Aurora lo supo y quiso la ruptura. El escritor, en cambio, quiso mantenerse al lado de Bernárdez, pero no lo logró. Mantuvo un romance con la editora y escritora lituana Ugné Karvelis y años más tarde se casó con la escritora y fotógrafa Carol Dunlop.

En los años ‘80, Cortázar enfermó de leucemia, una enfermedad que lo desgastó de a poco, y Aurora se convirtió en la única heredera de su obra publicada y de sus textos. Lo había acompañado durante toda su enfermedad, como cuenta Enzo Maqueira en su libro “Julio Cortázar, el perseguidor de la libertad”: “Su exmujer resultó una presencia imprescindible en el ocaso de su vida. Le preparaba la comida, lo ayudaba con los quehaceres domésticos y acompañaba sus llantos con amor maternal”.

Después del fallecimiento, en 1984, fue Aurora la que se encargó de revitalizar la obra del gran cronopio, que sigue siendo leído en todo el mundo de habla hispana, como si nunca hubiera desaparecido. “Pequeña y activa, en su casa de París se movía de un cuarto al otro, de una planta a otra para atender a las visitas, para buscar un libro o mostrar una foto. Todos los días daba largos paseos, leía mucho y cumplía con su trabajo: el cuidado de la obra de Cortázar”, narra Julia Saltzmann, amiga personal de Aurora. Los últimos meses de su vida los vivió “más que feliz”, porque coincidieron con los homenajes, exposiciones y conferencias que se le hicieron a Cortázar en París y Buenos Aires al cumplirse 100 años de su nacimiento.
Darío Silva

https://www.perfil.com/sociedad/aurora-bernardez-el-gran-amor-de-cortazar-y-la-guardiana-de-su-legado-1108-0050.phtml

 

 

 

 O Jogo do Mundo-Rayuela (Título em língua portuguesa) Tradução de Alberto Simões

O Jogo de Julio Cortázar (Trecho)
Por Mafalda Barbosa Universidade do Porto

Resumo: Julio Cortázar foi um dos precursores de uma nova forma de literatura, de estrutura não linear, que provoca e convida o leitor a participar num jogo intelectual que faz do texto um tabuleiro de xadrez, ponto de encontro de estratégias plurívocas. Na sua obra O Jogo do Mundo (Rayuela), Cortázar enobrece o fator lúdico ao apresenta-lo como um processo cognitivo que potencia novos modos de ver (e de ler), e evidencia a sua presença nas letras através de referências intertextuais a obras e movimentos que usaram o jogo como base de criação e inovação estéticas. Este artigo pretende fazer uma reflexão sobre a alteração de pensamento que ocorre na primeira metade do século XX em conjunto com a teoria do jogo de Johan Huizinga, e criar uma relação com o processo criativo de Julio Cortázar na construção literária que é O Jogo do Mundo.

Quando se faz uma reflexão sobre qualquer obra de arte literária, existem alguns elementos que são essenciais: o livro, o autor e o seu leitor. Se se pode considerar comum que um leitor desempenhe um papel ativo enquanto lê, ora porque vai preenchendo pequenos espaços em branco deixados pelo autor ou porque usa a sua imaginação para colorir certos momentos mais apagados, em O Jogo do Mundo o papel do leitor é extrapolado, e a relação entre o leitor e o livro ganha uma dimensão diferente do habitual. Qualquer pessoa que tenha esta obra em mãos deixa de ser um simples leitor para se tornar numa peça do jogo de Julio Cortázar. Os primeiros indícios surgem ainda antes de se abrir o livro. Ao observar-se a capa da edição portuguesa deteta-se a palavra jogo no título – O Jogo do Mundo. Entre parêntesis temos o título original – Rayuela, que significa jogo da macaca. E mesmo quem não saiba o que quer dizer esta palavra tem a tradução visual, um desenho do jogo da macaca, uma evocação a uma brincadeira de criança, memória por muitos partilhada ‒ um conjunto de linhas toscas desenhadas a giz no pavimento alcatroado de uma escola qualquer.

Se a memória não falhar saberemos que é um jogo onde se salta ao pé-coxinho, de quadrado em quadrado, e em que o equilíbrio e a precisão são as habilidades principais. O jogo da macaca é, acima de tudo, um desafio pessoal no qual se põe em prova as capacidades que possuímos. Também o ato de ler é um desafio pessoal. Também a ler estamos a testar as nossas capacidades cognitivas e, em simultâneo, a aumenta-las e a aperfeiçoa-las. Ao ler estamos a entrar em competição, e o facto de sermos o nosso único adversário não torna a tarefa mais fácil. A leitura de uma obra como O Jogo do Mundo é entrar num novo campeonato. Júlio Cortázar, mais do que um convite para ler, faz um convite para jogar e o jogo apresentado é semelhante ao da macaca. A base do jogo, ou seja, o livro, é igual para todos, mas o percurso de leitura pode ser definido por saltos entre capítulos. É o próprio autor que chama a atenção para a multiplicidade de leituras que este livro contempla, com a afirmação: “[…] este livro é muitos livros, mas é sobretudo dois livros” (Cortázar 2008: 9).

Na secção Tábua de orientação, o autor propõe duas leituras, uma de tipo linear e outra de tipo não linear. A primeira leitura deverá começar no capítulo 1 e terminar no capítulo 56. Estes 56 capítulos estão divididos em duas partes intituladas: Do lado de lá e Do lado de cá. Se o leitor ficar satisfeito com a leitura, poderá fechar o livro sem qualquer tipo de remorsos e não ler os seguintes capítulos. A segunda leitura sugerida tem início no capítulo 73, numa secção chamada: De outros lados entre parênteses Capítulos prescindíveis. É nesta leitura, que não é de todo prescindível, que se revela a estrutura não linear que confere o carácter inovador à obra. Poderá, inicialmente, parecer invulgar esta inovação formal, a duplicidade de leituras proposta, mas a construção conseguida por Julio Cortázar revela uma grande objetividade. O que Cortázar faz, numa breve análise formal, é intercalar os capítulos da leitura linear com os capítulos prescindíveis. Estes novos capítulos contêm uma série de reflexões artísticas e literárias (ou pistas que alargam a possibilidade de leitura) de modo que a segunda leitura, a não linear, não altera o sentido da história da leitura linear. O que ela faz é trazer uma nova dimensão à obra e conferir-lhe profundidade, riqueza e elementos especulativos.

A forma de O Jogo do Mundo reflete uma das grandes alterações do paradigma de leitura que caracteriza a primeira metade do séc. XX e eleva o novo modo de pensar a literatura. Esta nova forma aberta1 possibilita um diálogo entre a obra e o leitor, ao contrário do anterior monólogo hermético praticado. Nesta perspetiva de abertura, o leitor passa a ter uma importância acrescida assim como um papel mais ativo no sentido interpretativo. A obra literária adquire uma vertente mais estimulante aos olhos do leitor, torna-se um compêndio de referências e sugestões que podem ser ou não identificadas durante a leitura, ou até hierarquizadas consoante a experiência, interesse ou expectativas do leitor. Cortázar ao escrever O Jogo do Mundo de uma forma que possibilita diferentes leituras está a revelar indubitavelmente o contexto criativo que envolve a sua criação. Em 1963, data de publicação d’O Jogo do Mundo, Cortázar vivia na Europa, concretamente em França, há mais de dez anos. Sabendo que vivia o ambiente artístico fervilhante da época, não podemos deixar de fazer a referência, pela proximidade óbvia de intenção, ao grupo de pesquisa de literatura experimental Oulipo, Ouvroir de Littérature Potentielle, fundado na década de sessenta por Raymond Queneau (escritor) e François Le Lionnais (matemático e cientista).

Este grupo pretendia, através da união da matemática com a literatura, criar novas formas literárias potenciais. Para atingir novas estruturas narrativas, os autores oulipianos punham de lado a inspiração herdada do romantismo, e entregavam-se ao rigor formal e a vários tipos de restrições, que funcionavam como imposições criativas. Estas limitações usadas nas suas criações desempenhavam uma função e tinham uma intenção específica, de forma que não era apenas o autor a ser restringido durante a criação, mas também o leitor durante a leitura das obras. Dentro das diferentes restrições usadas pelos autores oulipianos, a que mais interesse levanta para este estudo é a combinatória, um ramo da matemática usado em literatura por Queneau, um autor referenciado em O Jogo do Mundo. Cent Mille Milliards de Poèmes é uma obra de Queneau constituída por 10 sonetos, conjugados num livro/objeto de aspeto invulgar. Neste livro cada um dos sonetos encontra-se na sua folha, e cada um dos versos que os constituem são uma tira recortada nessa mesma folha. Este formato de livro, que o autor oulipiano Italo Calvino caracterizou como “um rudimentar modelo de máquina para construir sonetos” (Calvino 2003: 213), permite ao leitor montar o seu próprio soneto através de uma combinação feita à sua escolha, usando as diferentes tiras das diferentes páginas.

Cent Mille Milliards de Poèmes e O Jogo do Mundo têm o seu ponto de encontro na liberdade de leitura, na construção, ainda que restringida, que oferecem ao leitor, assim como na sua estrutura não linear e no seu carácter experimental. Ambos são frutos do novo paradigma de pensamento, da novidade que é a obra aberta. Se combinarmos a estrutura múltipla de O Jogo do Mundo e o agora renovado papel do leitor, torna-se claro o carácter lúdico que envolve esta obra. Em meados do Séc. XX Johan Huizinga, historiador de origem holandesa, escreve Homo Ludens, um dos primeiros estudos sistemáticos sobre o jogo como elemento essencial do processo cognitivo e social. Neste estudo Huizinga aprofunda a importância do elemento lúdico da cultura e caracteriza o jogo como:

[…] uma actividade livre, conscientemente exterior à vida «normal», um aspecto ‘não sério’ da vida, mas que, ao mesmo tempo, absorve intensa e completamente o jogador. É uma actividade que não está relacionada com qualquer interesse material, e da qual não advém lucro. Desenrola-se no interior dos seus próprios limites de tempo e de espaço, de uma forma ordeira e de acordo com regras antecipadamente estabelecidas. (Huizinga 2003: 29)

Desta citação podemos retirar inúmeras ilações sobre como O Jogo do Mundo se enquadra no que se pode arriscar chamar de jogo literário. Um dos fundamentos apresentados por Huizinga que definem o jogo como tal é o facto de se desenrolar de acordo com regras antecipadamente estabelecidas. N’O Jogo do Mundo, antes de Cortázar dar início à sua narrativa, ele apresenta ao leitor uma Tábua de orientação, um conjunto de regras de que o leitor deverá ter conhecimento antes de prosseguir com a leitura. É neste momento que o autor clarifica que este livro é pelo menos dois livros e que convida o leitor a fazer uma escolha entre o primeiro ou o segundo livro, ou ambos. Caso o leitor decida ler o segundo livro, ele deverá seguir algumas instruções, sendo que a leitura terá início no capítulo 73 e que no final do mesmo terá a indicação do capítulo a ler a seguir. Todos os capítulos do livro terão no final a indicação do capítulo para o qual se deve saltar, num processo que é repetido até ao final da leitura. Aprofundando a análise de O Jogo do Mundo à luz da teoria do jogo de Johan Huizinga, pode-se traçar pontos de encontro tendo em conta as quatro características essenciais do jogo, que são: a liberdade, a fuga do real, o confinamento e a repetição.

Se for tido em consideração que a linguagem humana é um dos grandes sistemas de combinatória, facilmente a assumimos como um elemento que possibilita a liberdade para criar variantes e novas composições, ou seja, é exequível jogar com as letras, com as palavras e com as estruturas. Esta dimensão de liberdade é identificável na estrutura geral de O Jogo do Mundo, mas também em diferentes momentos ao longo da narrativa. A personagem principal, Horácio Oliveira, um argentino que vive em Paris, em certos momentos de auto-reflexão estabelece um diálogo interior no qual acrescenta a letra H a todas as palavras que começam com uma vogal. Estes apontamentos que se pode considerar de um certo modo absurdos, abalam a previsibilidade do romance, causam estranhamento e colocam em evidência uma reflexão do próprio autor sobre a literatura e a linguagem em geral

 

Também Maga, amiga e amante de Horácio, partilha com ele uma linguagem inventada a que chama Glíglico. Cortázar escreve um capítulo2 na língua dos amantes, no qual relata o que podemos interpretar como um encontro sexual entre Maga e Horácio. A leitura é uma atividade que, tal como o ato de jogar, altera o estado de espírito do indivíduo. De uma forma consciente ou não, a entrega com que o jogador joga e com que o leitor lê, tem como objetivo a fuga do real, a vivência de outras realidades, de outros momentos e de outras proezas. Esta obra, por combinar o jogo e a literatura, intensifica a relação da obra com o leitor e arrasta-o para dentro dela e para os jogos da vida que se desenrolam nas diferentes relações apresentadas. Quase sem ter perceção, o leitor vive as angústias da relação obscura entre Horácio e a Maga, vive os momentos de reflexão que surgem entre Horácio e o grupo de amigos, artistas e intelectuais, que constituem o Clube da Serpente em Paris. O envolvimento chega a ser tão profundo que quase se consegue ouvir os discos de jazz que tocam sem cessar, e sem dúvida que chega a ter opiniões para partilhar nas múltiplas conversas sobre arte, literatura e sobre a vida em geral. Os mundos temporários criados pela imaginação, seja a do leitor ou a do autor ou a das personagens, é uma das capacidades mais pertinentes para quem joga assim como para quem lê. Estes mundos são dotados de regras que por um lado fomentam uma ordem própria e que por outro confinam o espaço e o tempo da respetiva atividade. São, de uma certa forma, fechados em si mesmo, daí poderem ser partilhados apenas com quem respeita as regras estabelecidas. Quem quebra as regras do jogo para obter uma vitória rápida é como quem lê o desfecho de uma história sem ler o seu desenvolvimento.

O prazer do jogo e da leitura encontra-se no encantamento que ambas proporcionam, na imprevisibilidade, na hipótese ainda por verificar. O lado de lá, a segunda parte do primeiro livro retrata a realidade argentina a que Horácio Oliveira regressa depois da sua estadia em Paris. Lá reencontra-se com o seu grande amigo Traveler e a sua mulher Talita. Ao longo das cerca de 150 páginas sobre o seu regresso e vida na argentina, torna-se percetível que Traveler pode ser um duplo de Oliveira, uma espécie de imagem/reflexo do que seria a sua vida se não tivesse partido para a Europa. O próprio Horácio chama frequentemente ao seu amigo doppelgänger, o seu duplo argentino. Talita, a mulher de Traveler, é muitas vezes confundida, aos olhos de Horácio, por Maga. Neste momento do livro conseguimos identificar a quarta característica essencial do jogo, a repetição – neste caso a repetição de vidas, de presenças, de pessoas. Cortázar mostra claramente como o jogo da vida poderia ter resultados diferente se os dados tivessem rolado com outro resultado e o próprio Horácio Oliveira reflete sobre esta questão vezes sem conta, na sua estadia na Argentina. Ultrapassando a estrutura de jogo que a obra comporta e refletindo sobre o seu conteúdo, a primeira imagem com que nos é oferecida é a de um labirinto, no qual somos o ”viajante que, sem mapa, tudo explora para voltar ao ponto de partida” ([s.n], 1984: 247-8).

“Encontraria a Maga?” (Cortázar 2008: 17). Estas são as primeiras palavras do primeiro livro que Cortázar nos propõe. Horácio percorre as ruas de Paris na esperança de se encontrar com Maga, detendo-se a cada esquina, a cada escolha que deve fazer. Horácio é uma personagem perdida num mundo onde é necessário fazer escolhas, mas considera que “O simples facto de nos interrogarmos sobre a escolha a fazer vicia e turva o elegível” (idem: 435). Toda a narrativa se desenrola presa a esta imagem do labirinto, na metáfora do que é a própria vida. A falta de referências temporais, as questões constantes sobre decisões a tomar, as consequências sobre as possíveis decisões tomadas constituem a atmosfera desta obra. O leitor é desorientado intencionalmente. No âmago do turbilhão de vivências e experiências que é O Jogo do Mundo, o leitor é arrastado para o jogo e terá que usar as suas capacidades intelectuais e interpretativas para o conseguir acompanhar (ou talvez equilibrar-se a cada salto na macaca). Nos capítulos prescindíveis o Clube da Serpente estuda excertos e notas de Morelli, anteriormente referido como o velhote, um desconhecido que “tem um gato e muitos livros” (idem: 120), que chamou a atenção de Horácio por ter sido atropelado por um autocarro. Este velho escritor é, ou pode-se especular ser, uma imagem reflexa de Julio Cortázar, um meta-autor. Nos seus excertos leem-se inúmeras reflexões sobre literatura e estética e somos surpreendidos com o seu projeto de escrever um livro de leituras múltiplas, um texto antiliterario.

O papel ativo do leitor é uma das reflexões recorrentes nas notas de Morelli, que a dado momento nos diz que “as pontes entre uma e outra instância dessas vidas tão imprecisas e pouco caracterizadas deviam ser deduzidas ou inventadas pelo leitor […]” (idem: 529). O pensamento do escritor em torno do leitor e do papel que deve desempenhar na construção da obra literária é quase que obsessivo. Num dos seus excertos pode ler-se que “[…] a verdadeira e única personagem que me interessa é o leitor […]” (idem: 493), e numa outra nota é ainda revelado que “[…] no fim havia sempre um fio estendido mais para lá, que saía do todo e apontava para um talvez, para um às tantas, para um quem sabe” (idem: 599). A imagem que Morelli instiga no leitor com o talvez, o às tantas e o quem sabe pode ser interpretada como a chave que traduz a essência de O Jogo do Mundo. É nesta indeterminação que se revela esta obra, na qual o leitor, a par com as personagens, se depara com o indefinido e em que se debate em fazer as suas apostas e escolhas. É esta infinidade que faz de O Jogo do Mundo um livro de jogar.

Bibliografia Calvino, Italo (2003), Ponto Final: Escritos sobre Literatura e Sociedade, trad. José Colaço Barreiros, Lisboa, Teorema, ISBN: 972-695-547-5. Cortázar, Julio (2008), O Jogo do Mundo (Rayuela), trad. Alberto Simões, Lisboa, Cavalo de Ferro, ISBN: 978-989-623-079-1. Huizinga, Johan (2003), Homo Ludens: Um Estudo sobre o Elemento Lúdico da Cultura, trad. Victor Antune, Lisboa, Edições 70, ISBN: 972-44-1184-2. [s.n.], (1984), Enciclopédia Einaudi, Lisboa, Imprensa Nacional – Casa da Moeda.

Cadernos de Literatura Comparada Instituto de Literatura Comparada Margarida Losa
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Mafalda Barbosa é mestre em Estudos Literários, Culturais e Interartes, na vertente de Estética Literária, pela Faculdade de Letras da Universidade do Porto, com tese sobre o jogo na Literatura, baseada na obra Se numa Noite de Inverno um Viajante, de Italo Calvino e licenciada em Artes Digitais pela Universidade Católica Portuguesa. O seu interesse pela estrutura hipertextual fez com que procurasse a não linearidade noutros suportes, o que a levou a enveredar por um caminho analógico – as letras. Os seus atuais interesses de investigação focam-se no processo de criação literária (leituras e estruturas), na narrativa e no jogo.

 

 

 

Cortázar en París (Foto: Corbis)

 

Biografía de Cortázar

Julio Florencio Cortázar nace en Bruselas en 1914. El propio Cortázar relata los primeros años de su vida en una carta enviada desde París en 1963: “Nací en Bruselas en agosto de 1914. Signo astrológico, Virgo; por consiguiente, asténico, tendencias intelectuales, mi planeta es Mercurio y mi color el gris (aunque en realidad me gusta el verde). Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia; a mi padre lo incorporaron a una misión comercial cerca de la legación argentina en Bélgica, y como acababa de casarse se llevó a mi madre a Bruselas. Me tocó, nacer en los días de la ocupación de Bruselas por los alemanes, a comienzos de la primera guerra mundial. Tenía casi cuatro años cuando mi familia pudo volver a la Argentina; hablaba sobre todo francés, y de él me quedo la manera de pronunciar la «r», que nunca pude quitarme. Crecí en Banfield, pueblo suburbano de Buenos Aires, en una casa con un gran jardín lleno de gatos, perros, tortugas y cotorras: el paraíso. Pero en ese paraíso yo era Adán, en el sentido de que no guardo un recuerdo feliz de mi infancia; demasiadas servidumbres, una sensibilidad excesiva, una tristeza frecuente, asma, brazos rotos, primeros amores desesperados.”

Cursa estudios en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta (cuya atmósfera recreará en el cuento La escuela de noche). En 1932 obtiene el título de Maestro Normal, que lo habilita para ejercer el magisterio. Ese mismo año intenta sin éxito viajar a Europa en un buque de carga, con un grupo de amigos (fracaso que podemos encontrar explicitado en Lugar llamado Kindberg). Ese mismo año, en una librería de Buenos Aires, descubre el libro Opio, de Jean Cocteau, cuya lectura cambia «por completo» su visión de la literatura y le ayuda a descubrir el surrealismo. En 1935 obtiene el título de Profesor Normal en Letras e ingresa en la Facultad de Filosofía y letras. Aprueba el primer año, pero como en su casa «había muy poco dinero y yo quería ayudar a mi madre», abandona los estudios para iniciarse en el profesorado. Dos años después es designado profesor en el Colegio Nacional de una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, Bolívar. Lee infatigablemente y escribe cuentos que no publica.

En 1938 publica su primera colección de poemas, Presencia con el seudónimo de Julio Denis. En julio de 1939 fue trasladado a la Escuela Normal de Chivilcoy.

En 1941, con el seudónimo Julio Denis, publica un artículo sobre Rimbaud en la revista Huella, que junto con la revista Canto fueron importantes vehículos de expresión para los jóvenes escritores. Se traslada a Cuyo, Mendoza, y en su Universidad imparte cursos de Literatura Francesa. Publica su primer cuento, Bruja, en la revista Correo Literario. Participa en manifestaciones de oposición al peronismo. Cuando Juan Domingo Perón gana las elecciones presidenciales presenta su renuncia.

Reúne un primer volumen de cuentos, La otra orilla. Regresa a Buenos Aires, donde comienza a trabajar en la Cámara Argentina del Libro.

En 1946 publica el cuento Casa tomada en la revista Los ananes de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges. Ese mismo año publica un trabajo sobre el poeta inglés John Keats, La urna griega en la poesía de John Keats en la Revista de Estudios Clásicos de la Universidad de Cuyo. Colabora en varias revistas, Realidad, entre otras. Publica un importante trabajo teórico, Teoría del Túnel.

En 1948 obtiene el título de traductor público de inglés y francés, tras cursar en apenas nueve meses estudios que normalmente insumen tres años. El esfuerzo le provoca síntomas neuróticos, uno de los cuales (la búsqueda de cucarachas en la comida) desaparece con la escritura de un cuento, Circe, que junto con Casa Tomada y Bestiario (aparecidos en Los anales de Buenos Aires) será incluido más adelante en Bestiario.

Publica su primer libro de cuentos Bestiario. Obtiene una beca del gobierno francés y viaja a París, con la firme intención de establecerse allí. Comienza a trabajar como escritor en la UNESCO.

En 1953 se casa con Aurora Bernárdez.

En 1959 publica Las armas secretas (Ed, Sudamericana), que incluye el cuento largo El perseguidor. Este cuento supone un sesgo en la narrativa de Cortázar. Allí aborda «un problema de tipo existencial, de tipo humano, que luego se ampliará en Los Premios y sobre todo en Rayuela (Los nuestros, Luis Harss)

 

 

 

Julio Cortázar y la Revolución Cubana

 

En 1961 realiza su primer visita a Cuba, ese mismo año la editorial Fayard publica Los Premios, primera traducción de una obra de Cortázar.

Publica Historias de cronopios y de famas, en la editorial Minotauro, de Buenos Aires y en 1963 aparece Rayuela (Ed. Sudamericana), de la que se vendieron 5.000 ejemplares en el primer año. Ese mismo año participa como jurado en el Premio Casa de las Américas, en La Habana.

Viaja a Chile, en 1970, invitado a la asunción del gobierno del presidente Salvador Allende. La editorial Sudamericana publica el libro Relatos, en el que se incluye una selección de cuentos de Bestiario, Final del juego, Las armas secretas y Todos los fuegos el fuego.

En abril del 74 participa en una reunión del Tribunal Russell II reunido en Roma para examinar la situación política en América Latina, en particular las violaciones de los derechos humanos. Realiza una visita clandestina a la aldea de Solentiname, en Nicaragua.

 

 

 

Cortázar en el Tribunal Russell

 

En 1981 uno de sus primeros decretos, el gobierno socialista de François Miterrand le otorga la nacionalidad francesa, el 24 de julio.

Entre el 30 de noviembre y el 4 de diciembre de 1983 viaja a Buenos Aires, para visitar a su madre después de la caída de la dictadura y la asunción del gobierno por el presidente Raúl Alfonsín. Las autoridades ignoran su presencia, pero es calurosamente recibido por la gente, que lo reconoce en las calles.

El 12 de febrero Julio Cortázar muere y es enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la tumba donde yacía Carol Dunlop, su última esposa.

En 1986 la editorial Alfaguara emprende la publicación de las obras completas de Julio Cortázar, incluso aquella que habían permanecido inéditas hasta su muerte. Con ese propósito crea una colección especial, Biblioteca Cortázar. El diseño de las cubiertas fue confiado a Julio Silva.

httpss://www.escritores.org/biografias/403-julio-cortazar

 

Obras de Julio Cortázar

1938.- Presencia (Seudónimo: Julio Denis)
1945.- La Otra Orilla
1949.- Los Reyes
1951.- Bestiario
1956.- Final de Juego
1959.- Las Armas Secretas
1960.- Los Premios
1962.- Historia de Cronopios y de Famas
1963.- Rayuela
1966.- Todos los fuegos el fuego
1967.- El Perseguidor y otros cuentos, La Vuelta al día en 80 mundos
1968.- Ceremonias, 62 Modelo para armar, Buenos aires Buenos Aires
1969.-Casa Tomada, Último Round (2 tomos)
1970.-Relatos, Viaje alrededor de uma mesa
1971.- La isla a mediodía y otros relatos, Pameos y meopas
1972.- Prosa del observatorio
1973.- La casilla de los Morelli, Libro de Manuel
1974.- Octaedro
1975.- Fantomás contra los vampiros internacionales
1976.- Estrictamente no profesional
1877.- Alguien que anda por ahí y otros cuentos
1978.- Territorios
1979.- Un tal Lucas
1980.- Queremos tanto a Glenda
1982.- Deshoras
1883.- Nicaragua tan violentamente dulce, Los autonautas de la cosmopista (Julio Cortázar y Carol Dunlop)
1984.- Silvalandia (Julio Cortázar y Julio Silva), Alto el Perú
1985.- Salvo el crepúsculo
1986.- Divertimento. El Examen (Ya póstumos)
1995.- Diario de Andrés Fava, Adiós Robinson
1996.- Imagen de John Keats
2009.- Papeles Inesperados

 

 

 

Cronología de Julio Cortázar

1914: Nace Julio Florencio Cortázar, hijo de Julio Cortázar y María Herminia Scott. “Mi nacimiento (en Bruselas) fue un producto del turismo y la diplomacia”, explicaría jocosamente años después. Bruselas se hallaba bajo dominación alemana.

1916: La familia Cortázar se instala en Suiza, donde aguarda el fin de la Primera Guerra Mundial.

1918: Regreso a la Argentina. La familia se instala en Bánfield, un suburbio de Buenos Aires. El padre (de quien Julio no quiso nunca saber nada, abandona a su mujer y a sus dos hijos. Julio se cría con su madre, una tía, su abuela y su hermana Ofelia, un año menor que él). “Nunca hizo nada por nosotros”, dirá de su padre. Enfermedades frecuentes, brazos rotos, asma, primeros amores. El cuento Los venenos tiene rasgos autobiográficos.

1923: Primeros ejercicios literarios. “Mi primera novela la terminé a los nueve años”, dirá. También escribe poemas muy buenos. La familia sospecha que son plagiados, lo cual produce en el joven Cortázar una gran desazón.

1928: Cursa estudios en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta (cuya atmósfera recreará en el cuento La escuela de noche), a la que califica de “pésima, una de las peores escuelas imaginables”. Rescata el nombre de dos profesores: Arturo Marasso y Vicente Fattone.

1932: Obtiene el título de Maestro Normal, que lo habilita para ejercer el magistrerio. Ese mismo año intenta sin éxito viajar a Europa en un buque de carga, con un grupo de amigos (fracaso que podemos encontrar explicitado en Lugar llamado Kindberg). “Buenos Aires era una especie de castigo. Vivir allí era estar encarcelado” declara años más tarde en una entrevista concedida a Luis Harss.

1935: Obtiene el título de Profesor Normal en Letras e ingresa en la Facultad de Filosofía y letras. Aprueba el primer año, pero como en su casa “había muy poco dinero y yo quería ayudar a mi madre”, abandona los estudios para iniciarse en el profesorado.

1937:Es designado profesor en el Colegio Nacional de una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, Bolívar. Lee infatigablemente y escribe cuentos que no publica

1938: Publica su primera colección de poemas, Presencia con el seudónimo de Julio Denis. De ellos dirá, que eran unos sonetos “muy mallarmeanos” y que el libro fue “felizmente” olvidado.

1939: En julio de ese año fue trasladado a la Escuela Normal de Chivilcoy.

1941: Con el seudónimo Julio Denis publica un artículo sobre Rimbaud en la revista Huella, que junto con la revista Canto fueron importantes vehículos de expresión para los jóvenes escritores.

1944: Se traslada a Cuyo, Mendoza, y en su Universidad imparte cursos de Literatura Francesa. Publica su primer cuento, Bruja, en la revista Correo Literario. Participa en manifestaciones de oposición al peronismo.

1945: Cuando Juan Domingo Perón gana las elecciones presidenciales presenta su renuncia. “Preferí renunciar a mis cátedras antes de verme obligado a ‘sacarme el saco’ como les pasó a tantos colegas que optaron por seguir en sus puestos”. Reúne un primer volumen de cuentos, La otra orilla. Regresa a Buenos Aires, donde comienza a trabajar en la Cámara Argentina del Libro.

1946: Publica el cuento Casa tomada en la revista Los anales de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges. Ese mismo año publica un trabajo sobre el poeta inglés John Keats, La urna griega en la poesía de John Keats en la Revista de Estudios Clásicos de la Universidad de Cuyo.

1947: Colabora en varias revistas, Realidad, entre otras. Publica un importante trabajo teórico, Teoría del Túnel.

1948: Obtiene el título de traductor público de inglés y francés, tras cursar en apenas nueve meses estudios que normalmente insumen tres años. El esfuerzo le provoca síntomas neuróticos, uno de los cuales (la búsqueda de cucarachas en la comida) desaparece con la escritura de un cuento, Circe, que junto con Casa Tomada y Bestiario (aparecidos en Los anales de Buenos Aires) será incluido más adelante en Bestiario.

1949: Publica el poema dramático Los Reyes, ignorado por la crítica. Durante el verano escribe una primera novela, Divertimento, que de alguna manera anticipa Rayuela. Divertimento será publicada postumamente en 1986.

1950: Escribe otra novela, El examen, rechazada por el asesor literario de Losada, Guillermo de Torre. Cortázar la presentará a un concurso convocado por la misma editorial, sin éxito. Esta novela también será editada tras la muerte del escritor, en 1986.

1951: Publica su primer libro de cuentos Bestiario, en la editorial Sudamericana, donde ya figuran algunas de sus obras maestras en el género. Pero el libro – salvo para un puñado de lectores – pasa inadvertido. Obtiene una beca del gobierno francés y viaja a París, con la firme intención de establecerse allí. Comienza a trabajar como escritor en la UNESCO.

1953: Se casa con Aurora Bernárdez. La gran mujer de su vida y, también, de su muerte.

1954: Viaja a Montevideo, durante el año en que la UNESCO realiza allí su conferencia general, en calidad de traductor y revisor. Se aloja en el Hotel Cervantes (ya frecuentado por Jorge Luis Borges), donde transcurre su cuento La puerta condenada. Anda por la ciudad, visita el barrio del Cerro, en el que ubicará a La Maga.
Continúa trabajando como traductor independiente de la UNESCO.
Sigue escribiendo lo que luego serán las Historias de cronopios y de famas, que había iniciado en el año 1951: “Una noche, escuchando un concierto en el Thèatre des Champs Elysées, tuve bruscamente la noción de unos personajes que se llamarían cronopios”, explicó años después.
Viaja a Italia, donde empieza a traducir los cuentos de Edgar Allan Poe.

1956: En México (Ed. Los Presentes) publica el libro de cuentos Final del juego, en el que aparece el cuento Los venenos , que Cortázar considera “autobiográfico”. También lo es el que da título al volumen. Asimismo, publica la traducción de Obras en prosa de Poe en la Universidad de Puerto Rico.

1959: Publica Las armas secretas (Ed, Sudamericana), que incluye el cuento largo El perseguidor. Este cuento supone un sesgo en la narrativa de Cortázar. “Fue una iluminación. Terminé de leer ese artículo (que anunciaba la muerte de Charlie Parker) y al otro día o ese mismo día, no me acuerdo, empecé a escribir el cuento. Porque de inmediato sentí que el personaje era él (…) era lo que yo había estado buscando”. Cortázar dice que allí aborda “un problema de tipo existencial, de tipo humano”, que luego se ampliará en Los Premios y sobre todo en Rayuela (Los nuestros, Luis Harss)

1960: Viaja a Estados Unidos (Washington y Nueva York) y publica (Ed. Sudamericana) la novela Los Premios, escrita durante esa larga travesía en barco “…para entretenerme”.

1961: Realiza su primer visita a Cuba, donde tomará conciencia de “el gran vacío político que había en mí, mi inutilidad política. Desde ese día traté de documentarme, traté de entender, de leer”. Ese mismo año la editorial Fayard publica Los Premios, primera traducción de una obra de Cortázar.

1962: Publica Historias de cronopios y de famas, en la editorial Minotauro, de Buenos Aires.

1963: Publica Rayuela (Ed. Sudamericana), de la que se vendieron 5.000 ejemplares en el primer año. “Escribía largos pasajes de Rayuela sin tener la menor idea de dónde se iban a ubicar y a qué respondían en el fondo (…) Fue una especie de inventar en el mismo momento de escribir, sin adelantarme nunca a lo que yo podía ver en ese momento”, dirá. (La fascinación de las palabras). Ese mismo año participa como jurado en el Premio Casa de las Américas, en La Habana.

1965: La editorial Pantheon de Nueva York publica la traducción inglesa de Los Premios y Luchterhand, Berlín, Geschichten der Cronopien und Famen.

1966: Publica el libro de cuentos Todos los fuegos el fuego (Sudamericana, Buenos Aires). En Nueva York, Pantheon publica la traducción al inglés de Rayuela y Gallimard la traducción francesa, de Laure Guille-Bataillon.

1967: Aparece La vuelta al día en ochenta mundos, un volumen que reúne cuentos, crónicas, ensayos y poemas, con una diagramación extremadamente original concebida en gran parte por Julio Silva. El libro, según Cortázar, fue imaginado como un homenaje a Julio Verne “pero de una manera muy indirecta”.

1968: Publica en Buenos Aires (Ed. Sudamericana) la novela 62, Modelo para armar. la novela provoca un cierto desconcierto en la crítica. Cortázar había dicho que le gustaría “llegar a escribir un relato capaz de mostrar cómo esas figuras constituyen una ruptura y un desmentido de la realidad individual, muchas veces sin que los personajes tengan la menor conciencia de ello”. Ese mismo año publica en Buenos Aires, con fotografías de Sara Facio y Alicia D’Amico el libro Buenos Aires, Buenos Aires

1968: Publica otro de sus libros “almanaque”, Último Round, donde se recogen ensayos, cuentos, poemas, crónicas y textos humorísticos. La edición (Siglo XXI, México) está imaginada como un edificio de dos plantas, alta y baja, y cuenta con profusas ilustraciones. El libro contiene (planta baja) una extensa carta de Cortázar a Roberto Fernández Retamar escrita en Saigón el 10 de mayo de 1967, publicada en la Revista de la Casa de las Américas. “Esta carta se incorpora aquí a título de documento, puesto que razones de gorilato mayor impiden que la revista citada llegue al público latinoamericano.” La carta estaba centrada en la situación del intelectual latinoamericano.
Pantheon de Nueva York publica la traducción inglesa en Historias de cronopios y de famas y Einaudi (Torino, Italia) la de Rayuela.

1970: Viaja a Chile, invitado a la asunción del gobierno del presidente Salvador Allende. La editorial Sudamericana publica el libro Relatos, en el que se incluye una selección de cuentos de Bestiario, Final del juego, Las armas secretas y Todos los fuegos el fuego.

1971: Publica Pameos y meopas (Barcelona, Ocnos), que incluye poemas escritos entre 1944 y 1958.

1972: Publica Prosa del observatorio (Barcelona, Lumen, con fotografías del propio Julio Cortázar y la colaboración de Antonio Gálvez).

1973: Aparece Libro de Manuel (Buenos Aires, Sudamericana), que obtiene en París el Premio Médicis. Cortázar viaja a Buenos Aires para presentar el libro. De paso visita Perú, Ecuador y Chile. La novela levanta una considerable polvareda: “…si durante años he escrito textos vinculados con problemas latinoamericanos, a la vez que novelas y relatos en que esos problemas estaban ausentes o sólo asomaban tangencialmente, hoy y aquí las aguas se han juntado, pero su conciliación no ha tenido nada de fácil, como acaso lo muestre el confuso y atormentado itinerario de algún personaje”, escribió en el Prólogo.
En Barcelona (Tusquets) publica La casilla de los Morelli, cuya edición, prólogo y notas estuvieron a cargo de Julio Ortega.

1974: Aparece el libro de cuentos Octaedro (Sudamericana). En abril participa en una reunión del Tribunal Russell II reunido en Roma para examinar la situación política en América Latina, en particular las violaciones de los derechos humanos.

1975: Viaja a Estados Unidos invitado por la Universidad de Oklahoma. Allí dicta un ciclo de conferencias sobre literatura latinoamericana y sobre su propia obra. Los trabajos leídos en esa ocasión y dos textos suyos fueron reunidos en el volumen The Final Island: The Fiction of Julio Cortázar (1978), una primera valoración crítica de su obra en lengua inglesa. Publica Fantomas contra los vampiros multinacionales (México, Excelsior), una historieta.
Publica Silvalandia (México, Cultural GDA), una serie de textos inspirados en cuadros de Julio Silva.

1976: Realiza una visita clandestina a la aldea de Solentiname, en Nicaragua. Publica Estrictamente no profesional. Humanario (Buenos Aires, La Azotea) a partir de fotografías de Alicia D’Amico y Sara Facio.

1977: Aparece el libro de cuentos Alguien que anda por ahí (Madrid, Alfaguara), en el que se recoge el texto “Apocalipsis en Solentiname”.

1978: La editorial Pantheon publica en Nueva York la traducción inglesa de Libro de Manuel. Cortázar hace en él una advertencia al lector norteamericano: “Este libro se completó en 1972. La Argentina estaba entonces bajo la dictadura del general Alejandro Lanusse, y ya entonces la intensificación de la violencia y la violación de los derechos humanos eran evidentes. Tales abusos han continuado y han sido incrementados bajo la junta militar del general Videla (…) las referencias a Argentina y otros países latinoamericanos son hoy tan válidas como lo fueron cuando se escribió este libro”
Publica Territorios, textos relativos a la pintura (México, Siglo XXI )

1979: Publica Un tal Lucas (Madrid, Alfaguara). En octubre visita Nicaragua luego del triunfo de los sandinistas. Algunos de sus textos son utilizados en la campaña de alfabetización del país.

1980: Publica el libro de cuentos Queremos tanto a Glenda (México, Nueva Imagen). Realiza una serie de conferencias en la Universidad de Berkeley, California.

1981: En uno de sus primeros decretos, el gobierno socialista de François Miterrand le otorga la nacionalidad francesa, el 24 de julio.

1982: Publica un nuevo libro de cuentos, Deshoras (México, Nueva Imagen). En noviembre muere su esposa, Carol Dunlop.

1983: Aparece el libro Los autonautas de la cosmopista, escrito a cuatro manos con Carol Dunlop, en el que se narra un viaje de treinta y tres días entre París y Marsella a razón de dos párkings por día.
Entre el 30 de noviembre y el 4 de diciembre viaja a Buenos Aires, para visitar a su madre después de la caída de la dictadura y la asunción del gobierno por el presidente Raúl Alfonsín. Las autoridades ignoran su presencia, pero es calurosamente recibido por la gente, que lo reconoce en las calles.
Se publica Nicaragua tan violentamente dulce (Managua, Ed. Nueva Nicaragua).

1984: El 12 de febrero Julio Cortázar muere de leucemia y es enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la tumba donde yacía Carol Dunlop. En México (Editorial Nueva Imagen) aparece su libro de poemas Salvo el crepúsculo.

1986: La editorial Alfaguara emprende la publicación de las obras completas de Julio Cortázar, incluso aquella que habían permanecido inéditas hasta su muerte. Con ese propósito crea una colección especial, Biblioteca Cortázar. El diseño de las cubiertas fue confiado a Julio Silva.

[Extraído de “La fascinación de las palabras” de Omar Prego Gadea – Julio Cortázar, publicado en 1997 por Alfaguara ©]

 

 

 

 Reposa en el cementerio de Montparnasse, añadido a la tumba de Carol Dunlop