El autor en el laberinto

El autor en el laberinto

Pedro Sevylla de Juana, después de todo lo vivido, al acercarse al límite de su búsqueda, se descubre en la entrañable encrucijada elíptica de la biblioteca personal y familiar. Allí reposan muchos de los libros que leyó o consultó a lo largo de la vida. Dos mil seiscientos veinticuatro en el último recuento. La mayoría fueron comprados a modo de coleccionista, aquí y allá a libreros de segunda mano, y pueden estar dedicados o contener anotaciones útiles. Los menos, no obstante, numerosos, forman parte de la obra de grandes autores portugueses y brasileños. Los amigos de ambos continentes han ido añadiendo sus publicaciones. Hay una buena representación de ejemplares en francés, catalán e italiano. Destacan por su tamaño los dedicados a la pintura, láminas preciosas mostrando cuadros con gran fidelidad, maestros y museos de diversos países. En gran formato y grosor están, El templo de Salomón y Dios arquitecto, J.B. Villalpando, de Ediciones Siruela como tesoros magníficos. Y más, mucho más, muchos más. Ignora cuántos ausentes regaló, y cuántos de los prestados no fueron devueltos, porque su hueco era ocupado a los pocos días. Tiempo y espacio, las historias protagonizadas por los personajes, principales o secundarios, van mezclándose en el recuerdo hasta formar otras nuevas confusas, laberinto sin hilo que convierta en salida a la entrada. Le tranquiliza saber que, mientras dure, el blog https://pedrosevylla.com/ dará cobijo a su escritura, apéndice de la obra de los escritores de renombre que conoce y traduce. Entusiasmado por la extraordinaria difusión que está teniendo Amor en el río de la vida, y la progresión evidente de los nietos, las dificultades actuales se suavizan. Lo último escrito va detrás de la biografía, acompañándola, explicándola y, acaso, justificándola. Las debilitadas condiciones síquicas y físicas obligan sin remedio. Son setenta y seis años los cumplidos cuando la facilidad de concentración se diluye, apareciendo la pérdida de memoria reciente y, con frecuencia, de la antigua. El pensamiento queda frenado por la búsqueda infructuosa del recuerdo, palabras concretas y hechos ocurridos. Episodios de la niñez en Valdepero y Palencia, acuden raudos a su búsqueda, trayéndole una verdad recién elaborada. Las dificultades de visión, después de tres cirugías, no le permiten leer ni escribir más allá de unos minutos. Lo que ha sido fundamental en su vida deja de serlo. Cierra este trabajo una novela inédita de la que está satisfecho. Duda si conservar o no dos libros comenzados hace años, porque desconoce la situación del contenido e ignora si pueden tener interés para los lectores. Llevan título: Solo de voz en La Habana y Secretos de familia.

Vida, pasión, muerte y resurrección de la señorita Salus

Vida, pasión, muerte y resurrección de la señorita Salus

El Destino y la señorita Salus, tomado como libro único, me plantea diversas incógnitas de las que quisiera abordar alguna. En primer lugar, la consideración como libro religioso de la novela protagonizada por una mujer piadosa. ¿Es este un libro religioso, stricto sensu? Trata en profundidad aspectos cardinales de la religión y, en ese sentido, es un libro religioso.
Sin embargo, no es un análisis crítico cuyo objeto sea la religión en sí misma. Al menos, no lo es del todo. Entiendo que el estudio global sobre el fenómeno religioso, causa y consecuencia de las civilizaciones que se sucedieron, por inabarcable no se ha escrito ni se escribirá nunca; ya que sería la historia completa de la humanidad. Partiendo del concepto religioso tal como lo entendemos, siguiendo por la persona y su necesidad de guía y trascendencia en cada sociedad, avanzando por las religiones nacidas y extendidas a través de los tiempos en las grandes aglomeraciones humanas, el trabajo llegaría al estudio de las coincidencias y divergencias de las religiones monoteístas, mayoritarias en la actualidad. Desde ahí, trataría de conocer en qué medida satisface cada una de ellas la necesidad religiosa, poca o mucha, de las personas. Seguiría por la función social desarrollada tanto en lo concerniente al grueso de las poblaciones como a sus dirigentes, teniendo en cuenta que todo ello podría estar integrado en una fórmula matemática, quizá la ecuación de la relatividad general para el movimiento del universo. Demasiado, pues, el todo; vayamos a las partes. Aunque hemos de reconocer que, si recopiláramos todos los escritos donde, parcialmente, se ha desarrollado la cuestión, encontraríamos multitud de lagunas o desiertos. Y, en ese sentido, El Destino y la señorita Salus disminuye el tamaño de lo ignorado, al menos en una bocanada de agua o en un puñado de arena. Veo en ella una novela original y provocativa que analiza hasta el mínimo detalle los pensamientos y los actos de una mujer singular, dándonos a conocer el efecto de la religión en una persona como muchas otras.
 La segunda de las incógnitas que me plantea el libro es la razón que tuvo el autor, poco o nada practicante por lo que sé, para escribir un argumento de estas características concretas. Parto de una base sólida. Sé que, por su formación y educación, Pedro Sevylla de Juana posee sustento religioso suficiente, tanto en la parte teórica como en la práctica. Interno en un colegio religioso dirigido por una congregación de frailes de origen francés, pasó en el internado siete años de su vida.

El Destino y la señorita Salus íntegra

Vigésimo séptimo de los libros publicados por Pedro Sevylla de Juana, El destino y la señorita Salus es la redacción definitiva de la obra galardonada con el Premio Internacional Vargas Llosa de novela.
Los creyentes no ven contradicción entre el examen de conciencia que la anciana señorita Salus va haciendo a intervalos, muy crítico con su propia conducta, y el convencimiento de salvación eterna. Ya que, arrepentida de todo corazón en los últimos instantes, será perdonada como cualquier cristiano. Sabe que es una mujer normal, pero cree ser elegida para repetir la pasión de Cristo, resurrección añadida, porque eso es lo que promete el Maestro para quien lo ame y decida seguirlo.
Los incrédulos piensan que las lecturas de los textos sagrados —San Agustín, San Francisco de Sales, las Epístolas, los Salmos y los Evangelios— iniciadas y repetidas por Salus con una complacencia semejante a la hallada por Don Quijote en los libros de caballería producen en ella un efecto de confusión parejo. Y se preguntan: ¿hasta qué extremos puede llevar la lectura literal de los textos sagrados a una persona carente de reflexión y afianzada por entero en la fe? Queda al lector, conocedor de todos los hechos e intenciones de la protagonista, la facultad de juzgarla.

Julio Cortázar vida y obra

Julio Cortázar vida y obra

Fui lector de Cortázar con precocidad manifiesta. Y lector reiterado a intervalos no muy largos. Gran parte de su obra: libros esenciales que siguen en mi biblioteca. Hubiera querido leer “El Examen” cuando lo escribió, para conocer aquel Buenos Aires rompiéndose en él; pero Losada-de Torre no quiso editarlo, y publicado treinta y seis años después ya no era lo mismo: Julio Cortázar consideraba que, leído en su momento, hubiera tenido cierta incidencia en lo que ocurría en la Argentina de entonces. Leí Rayuela a trancos distintos: rompecabezas, laberinto. Amé a la Maga y quise reencarnarla en un personaje mío que tuviera su vida a mi lado. Me gustó escuchar a Cortázar, humano, muy humano, entrevistado en la televisión. Aquella entrevista profunda y ancha, programa A Fondo, hecha de modo magistral por José Joaquín Serrano, que he conseguido poner en enlace al final de este trabajo. Hasta las erres, suyas o francesas, me gustaron en su voz. Luego las identifique oídas en Brasil; me gustan aún pues aún las oigo en otras voces. Considero a Rayuela entre las grandes novelas que he leído, y la subo a lo alto, si no en términos absolutos donde coloco a “Los hermanos Karamazov”, la gran obra de mi reverenciado Fiodor Dostoievski; sí en términos relativos, comparada con las escritas en castellano. Dejo al margen de las demás y para siempre a “Don Quijote de la Mancha” por múltiples motivos: no hay y no habrá punto de comparación: espacio y tiempo. Pongo a Rayuela a la altura de otro mito, “Cien años de Soledad”, y la dejo ahí, flotando, tan sólida y tan bien arraigada.

Carlos Drummond de Andrade vida y obra

Carlos Drummond de Andrade vida y obra

La traducción para mí es traslación, es tomar un relato o un poema: prefiero la poesía porque es más dúctil, más maleable; y trasladarlo a otra casa con todas las pertenencias. También es el acomodo en el nuevo espacio. Me siento obligado a dejar lo mejor posible en la nueva residencia todo lo recogido de la anterior; habitaciones nuevas, nuevo salón, jardín recién conquistado. Espero haber tomado en mi mente lo más de lo que Drummond de Andrade quiso decir y sugerir en “La Máquina do Mundo”

Espero haberlo trasladado sin romper ninguna pieza, ni el jarrón de Sévres ni el hombrecillo de los gansos, adorno de terracota que rompió siendo niño con disgusto y pegó con resina. Espero haberlo colocado como él lo hubiera querido, contando con que todo en la nueva casa es distinto queriendo ser lo mismo. Por eso quise conocer a Drummond lo suficiente para atreverme a traducirlo, para atreverme a interpretarlo. Como el nuevo espacio es mayor, las piezas pueden estar más separadas. Conocer el idioma de partida o dominar las herramientas que lo cercan, diccionarios, referencias de uso; conocer el idioma de llegada, conocer el género literario de la pieza. Eso necesita el traductor; y con frecuencia no se tiene todo.